«Crónica de una matanza anunciada.»
Con motivo de la la dolorosa situación de un nuevo atentado en Niza, al sur de Francia, nos comunicamos como habitualmente hacemos con Pablo Sigismondi; que con su visión humana, clara y conocedora de los pormenores geopolíticos y antropológicos de la región nos brinda su punto de vista en una generosa charla donde tratamos el tema.
En el minuto 27 del audio que está al pie de la publicación, bien abajo, iniciamos el diálogo con el tema.
Hay momentos que solo se pueden ser expresados por el arte, la música, la poesía o la oración.
«Europa, Europa… ¡la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella!. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!. (Versión de Mateo,27,37).»
Lo que nos estremece no es lo que acontece… Sabemos que no es más que el resultado anunciado por profetas que no fueron escuchados.
Lo que estremece es que paguen inocentes y serán ellos los que seguirán pagando la necia resistencia a ver lo obvio. En Europa y en Oriente…. Siempre ellos, los inocentes…
LATENCIA…
Nuestro tema central, de la mano de la Lic. Maritchú Seitun, en el minuto 66 del audio que está al pié de la publicación.
En la etapa que va de del ingreso a la escuela hasta la pubertad los niños atraviesan un período conocido como “latencia”. Una meseta tranquila donde es más fácil educar, charlar, formar hábitos saludables que amortiguan la confrontación con los padres en la etapa posterior de la adolescencia.
“Si aprovechamos esta etapa, la adolescencia no va a ser tan turbulenta” dice la Lic. MARITCHÚ SEITUN, autora del libro «Latencia» y orientadora de padres.
Qué conviene tener en cuenta en esta etapa, en la alimentación, la escuela, los amigos, la sexualidad. Lo charlamos con ella en este programa.
Quedarse en la olla, o saltar a tiempo….
Cuenta una alegoría que si metemos una rana en agua caliente ella salta de la olla y se salva de morir, pero si en cambio la introducimos en agua tibia y la ponemos al fuego, cuando se da cuenta de que le conviene salir ya no tiene fuerzas para hacerlo.
Los cambios socioculturales ocurren de a poco y nos vamos acostumbrando (como las ranas en agua tibia), por lo que nos resultan normales o naturales temas que, si hubieran aparecido de golpe, habríamos rechazado. Llegado este punto, ya no podemos hacerlo.
¿Para qué temas aplica esta alegoría?. Muchos más de los que podríamos sospechar a simple vista en la vida de nuestros hijos: la comida chatarra, la menor cantidad de horas de sueño, el mayor tiempo dedicado a las pantallas que deja muy poco lugar a la comunicación y al contacto e incluso irrumpe e interrumpe los escasos momentos de contacto real que tenemos. También el aumento del «sálvese quien pueda» y la falta de cuidado y de respeto en las interacciones sociales y redes sociales, así como el menor tiempo dedicado al juego libre, creativo e imaginativo en los chicos, el adelanto de la doble escolaridad, el ingreso cada vez más temprano al jardín de infantes, las pijamadas a edades menores, el exceso de jueguitos electrónicos o bebidas azucaradas y el adelanto de rituales que antes marcaban la entrada en la adolescencia, como determinado tipo de ropa, los tacos o las plataformas, el hecho de maquillarse o ir a bailar antes de tiempo.
En la adolescencia, por otra parte, llegamos a normalizar juntadas o preboliches con alcohol a edades cada vez más tempranas y con permiso de los padres, o las fiestas de egresados que suceden en días de semana y que implican que sigan de largo y vayan a la mañana siguiente directamente al colegio sin dormir o habiendo dormido un par de horas, o los viajes de egresados cada vez más caros y exóticos.
Si estamos atentos vienen las batallas campales en casa: «Soy el único que no tiene iPad»; «Soy la única que no tiene permiso para ir».
Pero apenas nos distraemos, poquito a poco, de la mano de la sociedad de consumo y de las empresas que se esfuerzan por investigar las mejores formas de hacernos consumir y que no siempre piensan en el beneficio de los chicos, sino en vender más (así como de una sociedad que busca puro placer inmediato), nos vamos acostumbrando casi sin darnos cuenta.
Y sí, así es como vamos cediendo ante muchos temas y cuando queremos retroceder o explicarles a nuestros chicos las razonables razones para nuestros «no» ya no nos escuchan: ellos nunca conocieron otra cosa, por lo que no pueden comparar ni nos creen que hay otras formas de hacer las cosas.
Otras veces, en cambio, sabemos, pero no podemos decir que no porque implica que nuestro hijo quede totalmente afuera de su grupo. Justamente por eso los padres debemos aprovechar la etapa de latencia, la escolaridad primaria, esos años largos y tranquilos en los que nuestros hijos nos escuchan, confían en nosotros; en los que somos como referentes para ellos, para ir desgranando temas y transmitiendo nuestro criterio de modo que, al llegar a la adolescencia, ellos ya nos tengan internalizados y tomen sus decisiones sabiendo lo que piensa mamá, o lo que le parece bien a papá.
Por suerte, por mucho esfuerzo que hagan, no pueden arrancarse de sus cabezas nuestra guía; es decir que salen a la calle y toman decisiones acompañados por esa brújula interna que se fue construyendo con la suma de charlas acerca de la vida y sus diversos temas. Y así logramos estar con ellos a la hora que decidan, lejos nuestro, si se quedan en la olla?, o si saltan a tiempo.
Los grupos de WhatsApp han llegado a la vida educativa para quedarse. Buscamos junto a la Lic. Inés Ramacciotti el uso adecuado.
Otro tema que abordamos, en el minuto 113 del audio que está al pié de la publicación.
En los últimos años han proliferado especialmente los grupos organizados por los padres de alumnos, sobre todo las madres, con la finalidad de controlar el progreso escolar de sus hijos.
Un objetivo de lo más loable que afecta por igual a centro públicos y privados y contra el que se han alzado ya las primeras voces de alarma porque empieza a generar conflictos que exceden el ámbito académico.
En su afán de proteger a los niños propician que estos no aprendan a desenvolverse por sí mismos y a madurar adecuadamente. El rol sobreprotector, de ‘»gallina que cuida a sus polluelos», junto con la facilidad para acceder a los mensajes de whatsapp . Desde las primeras etapas educativas (Infantil) hasta 6º de Primaria, lo cierto es que los grupos de mamás se han extendido como la espuma para acabar usurpando tareas y obligaciones que hasta hace poco competían al alumnado. Y lo normal es que las madres formen parte, como mínimo, de dos grupos: el general de la clase y el particular o más privado, integrado por las mamás más afines. «Chicas… me pueden mandar la ficha de Inglés. ¿Y qué más hay de tarea?», ejemplo de algunos mensajes…
Ante estos mensajes, salta una duda: ¿Por qué el alumno no sabe qué deberes tiene? ¿En qué estaba entretenido? ¿Y su material, por qué no lo cuida? ¿Por qué se involucran las madres en resolver estas situaciones? «Estamos asumiendo las cosas que el niño tiene que hacer y que está preparado para hacerlas». Además en el mensaje va implícito un «tú no te preocupes, ya lo hace mamá por ti». Y eso hace que el niño no adquiera seguridad y autonomía personal, algo determinante para desarrollar la autoestima en el futuro»
Finalmente, en el minuto 165 del audio, llega Pablo Giletta con el
resumen y análisis de las noticias de la semana.
¡Buen fin de semana!, al fin y al cabo… ¡Es viernes!