Suele ser el que carga con las expectativas de los padres. No sólo para él sino que se siente en la obligación de hacerla cumplir en sus hermanos. Es travesado por el deber ser del grupo o la comunidad a la que pertenece y queda prisionero de esa ley sin poder establecer conexión con su genuinidad.
La parábola del Hijo Pródigo es una tierna y clarísima llamada de atención al corazón de todos los que se sien
ten guardianes de cualquier normativa, código o disciplina que consideren indispensables para el bien común.
Hay un puente entre este tipo de personalidades y el fanatismo que impera en nuestros días sobre posiciones rígidas e inflexibles que consumen enormes energías en “conservarse” y “defenderse”Este será nuestro tema central de hoy… opiná… participá…