Los vientos de la adversidad son a veces verdaderos huracanes. No azotan por todos lados y sentimos que se agotan las fuerzas y la carga es tan pesada que no la resistimos.
Antes de todo discernimiento sobre lo que podemos o debemos hacer es necesario aprender a encontrar la paz para pensar bien. Dejarse llevar por la desesperación es lo mismo que hace un rescatado en el mar cuando, en vez de confiar en su rescatista, lo hunde con sus manotazos y no lo deja actuar.
Tenemos un rescatista….Dicen los salvados que obra en el momento justo y llega a tiempo en los misteriosos tiempos del alma. Saber esperarlos es un entrenamiento de la fe. Guardar la paz en medio de la tormenta.
Hoy te invito a compartir tus experiencias de haber sido rescatado y cómo hacer para conservar la paz en la tormenta.