¿JUSTICIA vs MISERICORDIA?
LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA Y EL DRAMA DE LA RECONCILIACIÓN NACIONAL Historia y valoración teológica de una propuesta ambivalente –
Desde el final de la dictadura militar, la Iglesia y la sociedad argentina parecen haber tomado caminos paralelos en cuanto a la conciencia de los gravísimos hechos traumáticos vividos durante los años de secuestros, torturas y desaparición de personas-
En el reconocimiento del pasado, la Iglesia argentina aparece como demasiado ocup ada en un futuro de reconciliación justo en los años en que la sociedad argentina y las organizaciones de derechos humanos hacían un enorme esfuerzo en recuperar la memoria y buscar la justicia.
En estos días, casi en simultáneo con el escandaloso fallo de la corte, la Iglesia vuelve a hablar de reconciliación e inicia un proceso que busca volver sobre esas heridas que aún no se han cerrado, bajo el signo de la reconciliación.
El mensaje del Evangelio es todo un llamado a la reconciliación y a la misericordia. El perdón es un eje central del anuncio de Jesús. Sin embargo cuando volcamos ese mandato sobre delitos aberrantes que conmueven la sensibilidad humana por su crueldad y perversión gran parte de la sociedad cristiana se pregunta por la jerarquía de valores entre justicia y misericordia.
Hoy más que nunca, cuando asistimos conmocionados ante la posibilidad de que torturadores, violadores, genocidas, hombres condenados a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad, queden en libertad, volvemos a escuchar hablar a la Iglesia de reconciliación y nos preguntamos ¿Qué entiende el episcopado por reconciliación? ¿Es posible la reconciliación entre víctimas y victimarios cuando estos últimos ni han pedido perdón ni han mostrado ningún tipo de arrepentimiento? Será posible suturar las gravísimas heridas del pasado por una exhortación pastoral mientras aún permanecen cientos de casos sin juicio ni sentencia? ¿Puede la reconciliación ser leída como funcional a la impunidad?
A estas consideraciones, le sumamos las enormes diferencias entre obispos como Angelelli, Hesayne, Zaspe o Novak que denunciaron las violaciones a los derechos humanos, poniendo en riesgo o pagando con su vida y, por otro lado obispos como Antonio Plaza; Blas Victorio Conrero y Pío Laghi que tuvieron, según las víctimas, vinculación con el sistemático plan de exterminio . Entonces el tema es claramente más complejo,ya que no hubo unanimidad de mirada. Esto hace que el pueblo cristiano se confunda en la orientación o se encuentre ante la vivencia de dos Iglesias distintas ante las cuales elegir su identificación o pertenencia.
Hacia dentro de la conciencia hay cierta tensión entre quienes, con genuina vocación cristiana, sienten un desgarro entre dos valores tan caros a la Verdad revelada como son la misericordia y la Justicia. Nadie puede imaginar un mundo vivible sin alguno de estos valores. ¿Cómo se vive y se resuelve esta tensión? ¿Cuánta “nuevas divisiones” está generando la falta de claridad al respecto que suman más dolor al que ya hay?
. Con entrañas de misericordia exigimos el respeto a la justica. El dos por uno, en este contexto, escandaliza la sensibilidad moral .Lo legal se ha convertido en una escaramuza . Reclamamos una interpretación de la ley digna de los valores humanos en juego. Los delitos de lesa humanidad no prescriben porque se entiende que es tal el daño que han generado, que sus actos continúan. Se perpetúan. Es inadmisible aplicarles una ley hecha para delitos comunes, ya derogada y con un sentido completamente distinto al que ahora se aplica.
Dios siempre suscita amparos a nuestras tormentas. Su espíritu inspira profetas, maestros y pastores que alumbran el camino y ponen orden en nuestros corazones.En Radio Galilea aspiramos a encontrar esas voces sensibles, reflexivas e integradoras de todos los valores en juego. Reconciliación y justicia nacieron para encontrarse en la conciencia con un orden de prioridades.
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Desde el final de la dictadura militar, la Iglesia y la sociedad argentina parecen haber tomado caminos paralelos en cuanto a la conciencia de los gravísimos hechos traumáticos vividos durante los años de secuestros, torturas y desaparición de personas-
En el reconocimiento del pasado, la Iglesia argentina aparece como demasiado ocup ada en un futuro de reconciliación justo en los años en que la sociedad argentina y las organizaciones de derechos humanos hacían un enorme esfuerzo en recuperar la memoria y buscar la justicia.
En estos días, casi en simultáneo con el escandaloso fallo de la corte, la Iglesia vuelve a hablar de reconciliación e inicia un proceso que busca volver sobre esas heridas que aún no se han cerrado, bajo el signo de la reconciliación.
El mensaje del Evangelio es todo un llamado a la reconciliación y a la misericordia. El perdón es un eje central del anuncio de Jesús. Sin embargo cuando volcamos ese mandato sobre delitos aberrantes que conmueven la sensibilidad humana por su crueldad y perversión gran parte de la sociedad cristiana se pregunta por la jerarquía de valores entre justicia y misericordia.
Hoy más que nunca, cuando asistimos conmocionados ante la posibilidad de que torturadores, violadores, genocidas, hombres condenados a cadena perpetua por delitos de lesa humanidad, queden en libertad, volvemos a escuchar hablar a la Iglesia de reconciliación y nos preguntamos ¿Qué entiende el episcopado por reconciliación? ¿Es posible la reconciliación entre víctimas y victimarios cuando estos últimos ni han pedido perdón ni han mostrado ningún tipo de arrepentimiento? Será posible suturar las gravísimas heridas del pasado por una exhortación pastoral mientras aún permanecen cientos de casos sin juicio ni sentencia? ¿Puede la reconciliación ser leída como funcional a la impunidad?
A estas consideraciones, le sumamos las enormes diferencias entre obispos como Angelelli, Hesayne, Zaspe o Novak que denunciaron las violaciones a los derechos humanos, poniendo en riesgo o pagando con su vida y, por otro lado obispos como Antonio Plaza; Blas Victorio Conrero y Pío Laghi que tuvieron, según las víctimas, vinculación con el sistemático plan de exterminio . Entonces el tema es claramente más complejo,ya que no hubo unanimidad de mirada. Esto hace que el pueblo cristiano se confunda en la orientación o se encuentre ante la vivencia de dos Iglesias distintas ante las cuales elegir su identificación o pertenencia.
Hacia dentro de la conciencia hay cierta tensión entre quienes, con genuina vocación cristiana, sienten un desgarro entre dos valores tan caros a la Verdad revelada como son la misericordia y la Justicia. Nadie puede imaginar un mundo vivible sin alguno de estos valores. ¿Cómo se vive y se resuelve esta tensión? ¿Cuánta “nuevas divisiones” está generando la falta de claridad al respecto que suman más dolor al que ya hay?
. Con entrañas de misericordia exigimos el respeto a la justica. El dos por uno, en este contexto, escandaliza la sensibilidad moral .Lo legal se ha convertido en una escaramuza . Reclamamos una interpretación de la ley digna de los valores humanos en juego. Los delitos de lesa humanidad no prescriben porque se entiende que es tal el daño que han generado, que sus actos continúan. Se perpetúan. Es inadmisible aplicarles una ley hecha para delitos comunes, ya derogada y con un sentido completamente distinto al que ahora se aplica.
Dios siempre suscita amparos a nuestras tormentas. Su espíritu inspira profetas, maestros y pastores que alumbran el camino y ponen orden en nuestros corazones.