Entregar la vida a Dios es el camino en el que se plasma la verdad de nuestra fe. Si no hay entrega nuestra fe es idea, discurso, intención o sentimentalismo.
Entregar la vida supone reconocer que de Él venimos, hacia Él volvemos y en la pequeñísima parte de tiempo regalada podemos hacer un cielo o un infierno, para nosotros y para los demás.
Entregar no es despojarse con autoagresión, no es sacrificarse ni sacrificar voluntariamente lo que amamos por una idea de orgullo espiritual ,sino pasar de la inseguridad de la posesividad de cosas, afectos, personas situaciones a la seguridad de la entrega amorosa en la fe cuyo fundamento es Dios.
Te invitamos a recorrer el camino de la entrega a quien en verdad nos ama.