Con las alas del alma desplegadas al viento,
ante cada noticia de estupor, de injusticia,
me desangro por dentro
y me duele la gente, su dolor, sus heridas,
porque así solamente interpreto la vida.
En México, las desapariciones forzadas con implicación del Estado y las desapariciones perpetradas por agentes no estatales seguían siendo una práctica generalizada, y los responsables siguen gozando de una impunidad casi absoluta. Las investigaciones de los casos de personas desaparecidas siguen adoleciendo de irregularidades y sufriendo demoras indebidas. En general, las autoridades no inician inmediatamente la búsqueda de las víctimas.
Al concluir el año 2016, según el gobierno, 29.917 personas (22.414 hombres y 7.503 mujeres) se hallaban en paradero desconocido. Las cifras del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas no incluían casos federales anteriores a 2014 ni casos clasificados como otros delitos, tales como secuestro o trata de seres humanos.
Estas desapariciones generaban un gran dolor en las familias de las víctimas, lo que constituye una forma de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Los datos disponibles señalan que la mayoría de las víctimas eran hombres; las mujeres conformaban la mayoría de los familiares en busca de verdad, justicia y reparación. Algunas familias de personas desaparecidas que buscaban a sus seres queridos recibieron amenazas de muerte.
Y los hechos de desapariciones y asesinatos llegan a quien también ofrecen su trabaja y hasta la vida para que la verdad salga a la luz… Periodistas y defensores y defensoras de los derechos humanos. Las amenazas, el hostigamiento, la intimidación, las agresiones y los homicidios contra periodistas y defensores y defensoras de los derechos humanos es algo casi habitual en México.
“La noche del 26 de septiembre de 2014, en la ciudad de Iguala, a 125 km, policías uniformados emboscaron cinco autobuses de estudiantes de la normal y otro que llevaba a un equipo de fútbol profesional. Junto con tres sicarios no identificados, dispararon y mataron a seis personas, hirieron a más de veinte, y “desaparecieron” a 43 normalistas. El cuerpo de una de las víctimas fue hallado en un campo a la mañana siguiente. Los asesinos le habían quitado el rostro. Los soldados del 27º Batallón de Infantería, cuyo cuartel está a menos de tres kilómetros y que tienen la misión de combatir el crimen organizado, no intervinieron.”
Nuevamente tenemos la alegría de compartir la charla con John Gibler que es periodista estadounidense independiente que vive en México desde 2006. Es autor de varios libros….últimamente publica “Una historia oral de infamia”, título donde se cuestiona la verdad histórica de los ataques en la Normal de Ayotzinapa.
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