El Irma, El María ( ¿Por qué los huracanes llevan nombres de mujer?) los terremotos en México, las amenazas de Trump de destruir Corea del Norte, las atrocidades del Isis y su consecuente devastación de la civilización y otras calamidades que andan dando vueltas por allí, ya han desatado los comentarios , profecías y vaticinios sobre catástrofes, apocalipsis y fin del mundo.
Sería bueno afinar la puntería al menos en lo que respecta a la fe cristiana, respecto de una adecuada interpretación sobre los textos apocalípticos, para que no nos sumemos a la cola de los tontos que alimentan a los profetas del miedo. Porque el miedo es justamente lo que procura instalar este sistema que aspira a ser global, para manejar las vidas al grito de ¡Sálvese quien pueda!
No hay un fin del mundo, hay varios. Cada época tiene su fin, algunos más violentos que otros. La nuestra está signada por la manipulación de las conciencias. Las dictaduras que se instalan en el corazón del hombre a base de una gran cantidad de recursos psicológicos y propagandísticos, buscan manejar las multitudes desde adentro de sus mentes. Cualquiera sea el fin de ésta época, no será consecuencia de una intervención destructiva de Dios sino de los hombres. Como bien dijo el Papa, la naturaleza no perdona nunca, los hombres a veces y Dios siempre.
Ojalá sea el despertar de la conciencia. Ojalá sea un darse cuenta a tiempo. Ojalá descubramos la ficción con que somos engañados a diario. De lo contrario, no será Dios quién despliegue su furia, sino nuestra estupidez la que nos liquide.
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