ENFRENTAR LA VERDAD POR MAS DOLOROSA QUE SEA
Entrevista a Liliana Furió Hija de represor condenado a perpetua.
Dicen los que saben que lo secretos familiares pueden generar muchas heridas, traumas y enfermedades. A veces son secretos que se gritan a voz en cuello aunque nadie los oiga. No se oyen porque se tapan a un altísimo costo emocional donde muchos son cómplices del “de eso no se habla” Romper ese pacto de silencio aturdidor supone mucho coraje, pero puede traer una gran liberación. La verdad que nos libera del simulacro, la deshonestidad y la falsa identidad.
No imagino mayor desafío que enfrentar el hecho de que el propio padre haya sido protagonista de algunos de los horrores ( secuestro, tortura, muerte) que conocimos durante la dictadura. Sin embargo algo hizo que ante la posibilidad de que salieran en libertad con el 2×1, varias mujeres de entre las que poblaron las calles repudiando la medida, se identificaran nada más y nada menos que como sus hijas. Sus hijas denunciando no sólo los horrores de los centros clandestinos, sino de sus propias vidas como hijas de represores.
Siento un rechazo visceral a hacer del dolor o el horror un espectáculo para curiosidades morbosas tan frecuente en estos días. Hay una línea sutil que divide esta actitud y el “abrir el pecho y sacar el alma” para que la sociedad comprenda los riesgos de la impunidad, los rasgos de la maldad fría y descarnada.
Las hijas de los represores han comenzado a hablar. No sólo nos muestran el camino de la liberación de mandatos familiares opresivos sino además a no permitir que los vínculos de sangre ni de ninguna ´índole nos hagan negociar con lo que está mal. Han sido valientes a desobedecer lealtades invisibles atroces. Han pagado seguramente un alto costo por ello…
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