«Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. 21.La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. 22.También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. 23.Aquel día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. 24.Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. 25.Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. 26.Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, 27.ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios.»
Juan,16, 20-26
Me falta alegría. Estoy muy preocupada…Me duele la patria, la gente, los pobres, la deuda, la mentira, el cinismo…me duele todo.
Me falta la alegría y la encuentro de a ratos ..guisando, prendiendo el hogar con la esperanza de llevar calor a mi alma, abrazando a todos los que encuentro
De pronto recuerdo “Y nadie les quitará ésta alegría” Jn 16, 22 y me doy cuenta que la alegría del cristiano no está en las formulas del saber vivir, sino en la apertura de “dejar vivir a Dios en mi”
La Alegría que viene, no la que se conquista. La única alegría perfecta debe ser gratuita, inmerecida sorprendente y desbordante de nuestra limitadas capacidades de comprarla con esfuerzos.La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar. Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
De esa Alegría quiero hablarte hoy.
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