Hasta hace poco tiempo la cultura identificaba a las mujeres atractivas como seres complacientes, maternales, “cuidables”. Bellas durmientes a la espera del prÍncipe salvador, que buscan ser aprobadas, cuidan las emociones, evitan el conflicto y toleran el maltrato o al menos lo subestiman.
Si bien eso está cambiando a pasos vertiginosos, es muy frecuente que una mujer joven se encuentre con una madre educada con los valores de una cultura patriarcal. En cierta medida, las madres transmiten esas cualidades a sus hijas y temen por ellas si se apartan de esta imagen. Creen, según fueron formadas, que nadie las querrá, serán discriminadas como “la rebelde”, “la solitaria” o “la machona”
Si la joven hija decide no ser madre, probablemente se agudicen los miedos de que se quede sola y nadie cuide de su hija cuando ya no esté. Esos miedos y mandatos maternos, que se transmiten de generación en generación, se están debilitando cada vez más, sin embargo, aún suelen producir fuertes conflictos y dolores en el vínculo madre- hija. El mensaje principal es “Para ser amada no debes crecer demasiado”.
Les propongo charlar ésta mañana sobre éste tema. Compartinos tu vivencia y tus comentarios. Dejanos tu experiencia.