“Ustedes hermanos no se cansen de hacer el bien” Pablo de Tarso
«No tengo miedo a la acción de los malos, sino al cansancio de los buenos», llegó a decir el Papa Pío XII en una de sus homilías del año 1943, cuando la gran hecatombe que hizo trizas a Europa desgarraba aún lo más hondo de esa civilización como nunca antes conflagración alguna lo había hecho.
¡Cuánta verdad hay en sus palabras! Es la sal que cuando se vuelve insípida sólo sirve para que la pisen los viandantes.
Los buenos son y fueron a lo largo de la historia una minoría. Una minoría necesaria. Siempre cargan sobre sí las urgencias de un mundo lleno de maldad o de indiferencia. Encontrar en una institución, en la calle, en el exilio o en donde sea alguien compasivo dispuesto a jugarse por los valores y solidario hasta el fin, es como encontrar un tesoro. Pero justamente porque son sensibles al egoísmo del mundo, no toleran la injusticia y llevan en el alma una tenaz atracción por la belleza, son especialmente vulnerables a las crueldades con que suelen enfrentarse. Me preocupa sobre manera el agotamiento que observo en los buenos, los mejores, los más necesarios.Si los buenos abandonan la batalla por cansancio o desaliento la humanidad correrá uno de los peores riesgos: el empobrecimiento de valores. Que los buenos no se cansen! ¡Cuánta oscuridad si la luz que hay en ti se apaga!
Mucho se ha escrito sobre el desaliento profesional o burn out, tanto en la literatura médico científica como en la psicología. En todos estos años fuimos comprendiendo que trabajar en el área de la salud, la docencia, el trabajo social, el voluntariado, la asistencia espiritual, etc., supone el riesgo de sufrir la tensión emocional.
Son muchas las personas que manifiestan este desgaste que les impide sentirse plenos y satisfechos con su trabajo y, en última instancia, con su propia vida en sus distintas dimensiones. Se trata de un sufrimiento personal cuya profundidad la conocen bien únicamente las personas que lo padecen. Son las personas buenas las que se cansan de lidiar con un ambiente que, muchas veces, no ofrece la contención ni las herramientas para superar este desgaste.
Que la tierra siga siendo bonificada por las personas buenas, por las personas honestas”, sin que “mueran en el intento”
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