Sin menoscabar ni un minúsculo bocado del pan que nos debemos para no morir de vergüenza por cada uno de los niños desnutridos en la patria del pan, quiero sin embargo gritar a los cuatro vientos que es igualmente urgente declarar la emergencia alimentaria de ternura. Claro que ella es absolutamente reacia, esquiva e insobornable a cualquier mandato o ley. Nunca la esperes en los códigos de convivencia ¿Pero tendrá por eso que quedar escondida en los ámbitos de intimidad privada? No es acaso un derecho humano tan elemental como el que más, el derecho a la ternura? ¿No podremos aspirar a despertar la ternura en el ámbito público? ¿Cómo sería una política de la ternura?
Si hasta de ñoñería parece impregnada la palabra tan relegada a emoticones y stickers de quinceañeras…
Ya el gran poeta Virgilio decía: “¡Qué poca cosa que somos sin la ternura!” Lo estamos padeciendo..
¿Por qué no es una fuente confiable el conocimiento extraordinario que aporta la ternura?
¿Por qué no se enseña a los médicos el enorme poder curativo de la ternura? ¿Por qué se cree que la ternura debilita la autoridad si es exactamente lo contrario?
Si la ternura es el grado más alto de evolución humana¿Por qué un rito solemne ha de estar despojado de ternura y en cambio lleno de gravedad? ¿No es acaso lo sutil la expresión más depurada de la inteligencia?
Una caricia es infinitamente más potente que una trompada, por eso tal vez hemos encarcelado la ternura: Por miedo.
Miedo a que la ternura despierte y al rozarnos el alma nos desarme los pelotones, nos iguale en la hambruna, nos disuelva las murallas y nos descalce los argumentos… ¡ Es peligrosa la ternura!
¡Que catástrofe que el pronóstico de un niño sea perder la ternura a medida que ¿crece?!
¡Qué tragedia hacer de esa transparencia sagrada una sospecha, un motivo de burla, una cajita feliz o un disfraz bobalicón. Qué pobreza, qué hambruna, que tierra reseca la de ésta humanidad sin ternura! Cuánto edema de egolatría se pincha con la incisiva penetración de la ternura…
Navidad no es una fiesta tierna: siempre lo he dicho. Es una fiesta dramática. Con todo lo dramático que genera la irrupción de la ternura. Podríamos decir “La ternura de Dios vino al mundo pero el mundo no la recibió”
Sin embargo a la larga vence: hace más de 2000 años, en un insignificante y perdido lugar de la tierra, en una nación arrasada por el imperio más grande, una muchacha amamanta a una cría humana y divina y todavía se sigue contando su historia.
Quedan pocos lugares frente la pura belleza de la ternura. O estás del lado de los Herodes que simulan honrarla pero en el fondo la quieren matar (por miedo), o estás del lado de los que se inclinan para recibir su beso en la frente y ya no pueden vivir sin ella. La ternura siempre nos lleva hacia los lugares vulnerables donde la sensibilidad florece. Ese es nuestro drama, nos morimos de sed al lado de la fuente….
En algún lugar del corazón todos tenemos un niño desnudo que espera el calor de la ternura. Es hora de prestarle atención y animarse a ser un revolucionario de su gracia. Este sábado en Radio Galilea te invito a descubrirla. Conversaremos sobre la ternura como fuente de conocimiento, cómo fue que la encarcelamos, sobre la pareja, la pedagogía de la ternura y hasta la ecoternura. Te esperamos con bella música y buenas palabras en www.radiogalilea.com.ar click en escuchar en vivo. O también pinchando en Usar Aplicación en el muro de Radio Galilea, o bajando la App en tu celular Radio Galilea.