No sé si somos conscientes que estamos viviendo la primera pandemia mundial de la historia. Es entonces la primera experiencia de dolor universal, simultáneo que pone de manifiesto un concepto bastante abstracto hasta ahora: la especie humana. Ya no la civilización occidental,ya no un imperio u otro, ya no un continente u otro, sino la especie humana. Es la vivencia más próxima que tenemos a la posibilidad de concebirnos como fraternidad. Reconocerse como fratría en la especie es una conciencia urgente y necesaria para los tiempos que vienen, porque es la condición de nuestra supervivencia en paz. Son impredecibles las consecuencias de no desarrollarse esta conciencia. Basta leer o ver cine de ciencia ficción. Ya está en el inconsciente colectivo el pavor de la autodestrucción del hombre por el hombre mismo.
Los niños, estoy segurísima, lo sienten. Sienten hablar de muertes diariamente, sienten las horrorosas discusiones e insultos de adultos que se pelean por la cuarentena, Sienten que no hay acuerdos sobre cómo cuidarse mejor, ni si es necesario o no obedecer indicaciones. Sepan los adultos que cuando trasgreden las pautas generan más miedo en los niños aunque les vengan con el cuento de que ustedes saben lo que hacen. Los niños necesitan saber que hay una sociedad que cuida también a sus padres, necesitan percibir en la obediencia un signo de acuerdo colectivo, creer que si todos hacemos lo que se escucha por la tv, la radio y la red vamos a estar seguros. No son estos tiempos para enseñar trasgresiones libertarias, ni como andar por la vida a contramano.
Las pautas los limites por muy odiosos que se sientan también contienen, aportan seguridad y alivio saber que todos estamos en la misma,
Es un momento dramático excepcional para cultivar el temple ante lo dramático de la vida, que siempre está. Para formar esqueletos psíquicos no moluscos. Para que sepan que hubo y hay niños en otros tiempos y lugares que pudieron enfrentar desafíos enormes y que a menudo fueron luego seres extraordinarios. Es la hora de jugar a ser héroes y heroínas de verdad, encarar en el encierro la gesta de la resistencia al monstruo que en éste caso no come niños sino abuelos.Es la hora de escribir un diario de trinchera como el de Ana Frankl, tener amigos invisibles, adoptar un animal herido y curarlo, aprender cuanto de cuarentena tarda en crecer un rabanito y hacer un aula en un rincón de la casa con muñecos como alumnos. Hora de aprender como la creatividad abre paredes, puertas y mundos. Montar los propios escenarios, filmar las propias películas y dejar de ser mirones de historias para ser los protagonistas. Re encantar la casa, la rutina y poblar las soledades con la imaginación es un adiestramiento que nunca estará de más en la vida adulta.
Este sábado en Radio Galilea conversaremos con la Lic Inés Ramaciotti sobre la infancia en Pandemia desafíos y posibilidades.
No te pierdas nuestra mateada y dejanos tus comentarios sobre los juegos, inventos y entretenimientos que te hacían feliz cuando eras chico y las que hoy le dan alegría a los niños en casa.
Perdón por lo viejito del video, pero me trajo hermosos recuerdos . Mary Poppins fue un personaje adorable
https://youtu.be/hnVqUB_jJs4
Noticias y Actualidad
Aclaró 772- Los niños y la Pandemia 15-08-2020
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