Una experiencia profunda cruza el día de hoy y la celebración litúrgica de la Natividad del Señor con la que los cristianos centramos la fiesta de este día en torno a la medianoche de la Nochebuena: la esperanza que ha iluminado el corazón de los seres humanos y que los ha mantenido de pie frente a la oscuridad, como una promesa de que todo cuanto no funciona en la humanidad y en el mundo no tienen la última palabra sobre la realidad, la esperanza de todo lo que el ser humano anhela y sueña que debería ser su vida y su mundo, la promesa de la plenitud de la vida de los hombres y mujeres de la historia, se cumple hoy. Nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor, y nos trae la Salvación. Hoy se alcanza la esperanza de plenitud y sentido del hombre soñada a través de los tiempos, y lo hace con un niño envuelto en pañales y nacido en un pesebre porque no había sitio en la posada para él.
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