“Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia…; te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia”
(Dt 30, 15.19).
Este texto de la Biblia ha sido frecuentemente citado en todo tipo de debates sobre diversos temas sociales. Incluso debates entre grupos religiosos que pertenecen a un mismo credo .
¿ Cómo es posible que creyentes en un mismo Dios identifiquen la muerte, la desgracia y la maldición donde sus propios hermanos en la fe identifican la vida y la bendición?
Eso es dolor moral.
El dolor moral es una experiencia emocional profunda que surge cuando una persona enfrenta conflictos éticos, dilemas morales o se ve atrapada en situaciones que van en contra de sus principios y valores fundamentales. A diferencia del dolor físico, el dolor moral afecta el bienestar psicológico y espiritual de una persona. Puede manifestarse desde la sensación de angustia y conflicto interno hasta la tristeza profunda,
Cuando una persona se enfrenta a decisiones difíciles que implican elegir entre opciones MORALMENTE AMBIGUAS cuando se ve afectada por las ACCIONES INMORALES DE OTROS, el dolor moral puede ser abrumador.
Los debates actuales sobre temas políticos tienen también el mismo rasgo Con el mismo deseo de prosperidad salud y bienestar para la Nación, con el mismo compromiso ético de bien común unos están felices con la victoria de Milei y otros están de duelo. Unos creen que la «bendición» es el cambio y otros la continuidad. Para colmo intelectuales de primera linea también dividen la biblioteca e hirtoriadores la historia.
( Corramos, por el momento, la estupidez, que no es poca y será tema de otro programa)
Cada grupo explica esa diferencia de diferentes formas: ignorancia, contaminación ideológica, contaminación de los medios, miopía etc. Podríamos decir que nos sentimos todos exiliados sin irnos de nuestro hogar en tanto nuestro entorno se vuelve un campo extraño ajeno, hostil que habla un lenguaje político, contrario, para unos y otros, a cualquier forma de consenso.
La grieta, lejos de cerrarse ha parido una nueva y tal vez más profunda. La fragmentación continúa y la dialectica es de suma cero.
¿Cuál es Señor el camino al que llamas Vida y promete Vida para nuestros hijos y nietos?
En el aparente silencio de Dios estamos caminando esta noche oscura de la historia plagada no solo de guerras de una crueldad cada vez más mayor, amenazas ambientales y asfixiantes demandas insatisfechas, sino además de un coro ensordecedor de fanatismos que juran y perjuran tener la llave de la Verdad y eso supone aniquilar física o simbólicamente a su adversario.
¿Qué hacer con ese dolor moral, como gestionar la indignación, la tristeza y las ambigüedades del “mal menor”? Como generar una saludable esperanza que no sea pura ingenuidad ni evasión de la realidad, ni fuga de responsabilidad? ¿Hay algo más que atrincherarse?
Conversemos desde nuestros dolores morales en clave de sentido
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