Entrevista al padre Juan Isasmendi, párroco de “Madre del pueblo” en la Villa 1.11.14.
El silencioso trabajo de los curas villeros para contener la pandemia
Están donde apenas llega la asistencia del Estado. El caso de la 1-11-14, donde ya desembarcó el virus.
La bolsa reciclable baja despacio hacia la calle, atada desde una ventana enrejada. En una maniobra ejecutada con precisión, la soga se frena justo entre dos de los vecinos que forman, junto a decenas más, una larguísima fila que llega hasta la entrada de la parroquia Madre del Pueblo, en la villa 1-11-14. El Padre Juan Isasmendi, el cura a cargo del operativo que en ese frío lunes 8 le dará de comer a 2000 familias, ve la bolsa y frena en seco su recorrida por la cola. Hace un largo silencio teatral, mientras observa la situación y busca cómplices, y finalmente dice en cordobés: “Esto es histórico”. La fila estalla en risas, y la abuela que inventó el ingenioso sistema para que le llegue su ración de comida también festeja el chiste desde el primer piso de la casona. A la señora, que además está dentro del grupo de riesgo, le cuesta bajar las escaleras y, en plena crisis pandémica, flota en el aire la duda si se ríe para no llorar. “Nosotros tenemos el cuero curtido, pero nunca vimos tanto hambre”, dice luego el sacerdote, que vive desde hace más de tres años en aquel lugar.
La escena refleja una de las tantas resistencias populares al Coronavirus y a los dramas que provoca. En el barrio Padre Ricciardelli –tal es el nombre oficial de la villa más grande de la Ciudad desde fines del año pasado-, como en otros establecimientos del estilo en el país, las parroquias son casi la única contención en un contexto de paralización absoluta de la economía. Esa crisis, además, duele más en los sectores que viven de changas o de trabajos informales. La presencia del Estado, en los lugares más carenciados de Argentina, se ordena alrededor de esos templos y de eso está convencido Alberto Fernández, que desde que llegó el virus está más cerca de la Iglesia que nunca. En especial, está cerca, y a tiro de teléfono, del Papa Francisco, con el que cada vez habla más, y el Presidente suma gestos, reuniones y declaraciones hacia el rebaño del hombre de la sotana blanca.
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