“Fraterna y subversiva eucarística” (del poema “Mi cuerpo es comida”: Msr. Pedro Casaldáliga)
Bien leído, como se lee un libro por primera vez, en estado de virginidad intelectual, el Evangelio es un texto subversivo. Lamento no encontrar otra palabra que ésta tan contaminada de violencia, pero cualquier otra (revolucionario, desafiante, insurrecto etc tendría el mismo lastre).
La historia del manso y misericordioso Galileo está lleno de fuego tumultuoso y su muerte es consecuente con eso, igual que la última cena. Cualquiera que intente seguirlo corre riesgos, siempre, de ser signo de contradicción. Estoy leyendo ahorita mismo la historia de dos mujeres santas, santa Teresa y María Ward, ¡madre mía! ¡Cuánto fuego! Y qué decir de Mama Antula recientemente canonizada. Fuegos de esos que desafiaron a todos los bomberos dentro y fuera de la Iglesia.
En una foto aislada la eucaristía puede muy bien parecerse a una reliquia para ser adorada, la presencia muda, silenciosa y sagrada de Dios como lo son los Rollos de la Torá en el judaísmo, las Śarīra (cenizas de Buda) en el Budismo o la Piedra Negra en el Islam. Pero en la película completa de los Evangelios, integrada a los gestos, palabras y milagros de Jesús, la Eucaristía es un escándalo, no para la razón, solamente, sino sobre todo para la vida.
El rito fundacional de Jesús pide hacer memoria y hacer mímesis “HAGAN ESTO EN MEMORIA MÍA” ¿Qué es “ESTO”?
Claramente mucho más que hacer consagraciones litúrgicas. Claramente mucho más que comer y beber, (lo que no es poco en un mundo donde gran parte de la humanidad está desnutrida), sino además ser pan y vino para el mundo hambriento y sediento de toda clase de sustento. El ritual ordenado por Jesús es un “hacerse pan y repartirse” más que claro además, como dije, si se mira la película completa (cuyo desenlace acontece a partir de ese ritual eucarístico)
“Todavía hoy, como ayer, muchos seguimos sin entender que lo que se vuelve sacramento no es el sólo pan, sino el pan partido y compartido” Dice al Padre Michel Moore.
La transustanciación del pan en cuerpo de Cristo ha obnubilado el sentido de la entrega “será entregado por ustedes”, de manera que más que indagar el estado de pureza con el que comulgamos habría que indagar el estado de “entrega” con el que nos ofrecemos. Junto con la frase “cuerpo y sangre de Cristo” al recibir la comunión debiera decirse “haz lo mismo en memoria suya”. El patético debate sobre si recibimos la hostia en la boca o la podemos tocar con la mano habla de hasta dónde hemos perdido el foco del sentido.
Reflexionando en torno a la fiesta de Corpus Christi que la Iglesia celebró ayer, nos anima y les animo a volver a la tradición fontal de la Eucaristía.
Les invitamos al conversatorio con Fray Michel Moore. Franciscano. Dr. en Teología, profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Córdoba, profesor invitado en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA-El Salvador), en la Facultad de teología San Pablo (Universidad Católica de Bolivia) y en el CEBITEPAL (CELAM). Integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Teología y es asesor teológico (ETAP) de la Confederación latinoamericana y caribeña de religiosos (CLAR).
Ha publicado libros como: “Creer en Jesucristo. Una propuesta en diálogo con O. González de Cardedal y J.I. González Faus”; “El camino de la fe. Meditaciones a la luz y (las sombras) del misterio pascual”, “Pedro Casaldáliga. Cuando la fe se hace poesía”
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Profundamente tradicionalista ;excelente para pensar esa imagen