“Irse a pique antes que rendir el pabellón”: el hundimiento del crucero ARA “General Belgrano”

El 2 de mayo de 1982 se produjo el hundimiento del crucero ARA General Belgrano.

“Éramos pibes con un montón de ilusiones que fuimos a la guerra en una nave insignia de la Argentina, que había combatido en la Segunda Guerra Mundial con los colores de EEUU, en la batalla de Pearl Harbor. Y cumplió una misión fundamental en el mar de Japón, era un buque fuerte. Argentina lo compró en el ’51 y participó en la Revolución Libertadora de 1955. Al final cumplió con la premisa del Almirante Brown, que era irse a pique antes de entregarse”

“hoy me acuerdo de todo, estaba de guardia en la Central de Información, la parte técnica del barco. Era el lugar donde pasaba la información, era muy pibe y no tenía el poder para tomar decisiones. Estábamos alejándonos de la zona de exclusión. Y creo que la cantidad de bajas fue por el horario, porque una tercera parte de la tripulación estaba despierta y otra tomando guardia. Los que murieron estaban durmiendo”

EN LA MAÑANA DE RADIO GALILEA ENTREVISTAMOS A NILO NAVAS, SOBREVIVIENTE DEL ARA GRAL BELGRANO.

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En el marco de la Guerra de Malvinas, el submarino nuclear británico HMS Conqueror recibió, poco antes de las cuatro de la tarde, la orden de hundir al crucero, pese a que se encontraba fuera del área de exclusión establecida por el Gobierno británico alrededor de las islas. Así las cosas, sólo un par de minutos después el Belgrano fue sacudido por una violenta explosión que mató prácticamente en el acto a 274 hombres. Era el primero de tres torpedos que lanzaría el Conqueror desde unos 5 kilómetros. Momentos después ocurrió la segunda explosión. Esta vez, el torpedo dio en la parte delantera del barco, desprendiendo 12 metros de proa y causando su inclinación a babor (izquierda). 

El Belgrano estaba inmóvil y sin energía, ya que ni la de emergencia funcionaba. Tres minutos después del primer torpedo, a las 16:05, llegó la orden de zafarrancho de siniestro (evacuación). Los puestos de combate a lo largo del barco estaban gravemente dañados e irreparables. En la sala de máquinas afectada por el primer torpedo no había sobrevivientes. 

El comedor fue otra área muy afectada con heridos, muertos y mucho humo que impedía la visibilidad a más de 30 cm. Luego de las explosiones, la enfermería comenzó a atender a las víctimas que llegaban bañadas en petróleo, quemadas o asfixiadas con el humo. Mientras tanto el personal de sanidad revisaba los camarotes. Cuando la tripulación llegó a la cubierta, lo primero que hizo fue acercarse a las «estaciones de abandono». Habían 62 balsas salvavidas y 10 de reserva. Mientras tanto, el jefe de sanidad aplicaba morfina en la cubierta a los heridos más graves y doloridos. 

A los ocho minutos del primer torpedo, la inclinación del crucero aumentaba un grado por minuto y ya tenía diez grados a babor (izquierda). Entonces se comenzaron a arrojar las balsas. Poco después, se estabilizó el barco y entonces se creyó que estaría más tiempo a flote, pero no fue así. Por eso, varios tripulantes descendieron a las cubiertas para tratar de rescatar a sus compañeros, pero murieron en el intento. 

A las 16.23, el comandante Héctor Elías Bonzo ordenó abandonar la nave. La marejada dificultaba la visión y la comunicación entre las balsas. Algunas estaban repletas y otras, casi vacías. A las 16.50, la inclinación era muy pronunciada y el final inminente. A las 17, el Atlántico terminó de engullir al crucero y a 323 argentinos. Una vez que la noticia del hundimiento del ARA Gral Belgrano llegó al continente, se dispuso inmediatamente el operativo de rescate. 

De tal operación formaron parte 4 aviones y 4 buques. En la madrugada del 5 de mayo, los buques arribaron al puerto de Ushuaia con los supervivientes, que fueron transportados por vía aérea a Bahía Blanca, donde los esperaban sus familiares. La operación de rescate se extendió hasta el día 9 de mayo, verificando la imposibilidad de que quedaran más supervivientes o cadáveres en la zona.

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