La Verdad les hará libres

Dia de la Memoria, la Verdad y la Justicia. (Antes de que sea tarde)

«La Verdad les hará libres»

No se trata de desestimar los crímenes de la dictadura militar. No se trata de negar ni una coma de las condenas que la justicia y la sociedad ha hecho durante décadas de sus atroces atropellos. No se trata de silenciar ni por un instante la pregunta ¿Dónde están? ¿En qué oscura y tenebrosa mente pudo caber traspasar los límites de la muerte, que cierra todas las disputas, apropiándose del más primigenio rito humano que es llorar y enterrar a sus muertos? En la evolución natural, el paso del homínido al humano se da cuando comienzan los rituales fúnebres.

No se trata de minimizar ni relativizar la crueldad de quienes pergeñaron el espanto de arrancar recién nacidos a los brazos y tetas que por ley de vida estaban destinadas a dárselos.

No se trata de mirar para otro lado cuando se escuchan los testimonios de la tortura, sadismo profesional, ni dejar de estremecerse al recordar que fue aquí, en nuestro país donde en nombre de la civilización cristiana y la patria, se entrenó un ejército, fundado por un héroe magnánimo y creyente, del más alto sentido moral, en el siniestra estrategia de quebrar la moral de los individuos mediante la tortura.

Se trata si de reconocer que se silenciaron, se marginaron, se amordazaron otras memorias. Otros dolores; los de las víctimas de los grupos subversivos. Si bien ninguna de ellas padeció las perversiones nombradas, sí padecieron el ninguneo sistemático de sus heridas y pérdidas, las acusaciones y cancelaciones de sus reclamos, y la indiferencia ante el hecho de haber sido asesinadas por grupos que se presentaron como heroicos o mártires. No eran oligarquía, hubo también niños, soldados, conscriptos, canillitas, policías, hombres y mujeres que padecieron los efectos colaterales de las bombas y tiroteos callejeros.

Los hechos del pasado acechan otra vez bajo brutales formas de reivindicación. Tal el caso de la militante de Hijos violada, golpeada, torturada hace días por un grupo de hombres que escribieron “Viva la Libertad Carajo”, en la pared ¡Otra vez la violencia política!

Es lo que suele suceder cuando un discurso hegemónico silencia a otro o lo mantiene de manera subterránea. Procesos que están por debajo del silencio y la exclusión como ocurrió durante la década kirchnerista, emergen nuevamente como síntomas, como explosiones que irrumpen amenazando la fragilidad de una historia que demanda ser completada. Toda historia es una batalla de sentidos y lecturas a partir de los contextos del presente. ¡No existe historia eterna!

Es hora de reclamar diálogo humanista que ponga en acción la autocrítica, la apertura a lo honesto y verdadero de todas las memorias dolientes, de reconocer que hubo y hay vida destrozada por parte de aquellos “imberbes “que deliraron con un liderazgo de masas que jamás tuvieron. Es hora…

No hubo dos demonios claro que no. Hubo uno solo: La violencia política que superó con creces su barbarie y criminalidad, cuando sofocó la violencia de los revolucionarios. Con el agravante de que contaba con todos los recursos disponibles para hacerlo legalmente y que todo acto de solidaridad era sospechado de subversivo…. Eligieron otro camino.

También contaban los grupos revolucionarios con los recursos para ganar el poder a través de la disputa democrática y política…. Eligieron otro camino.

Las culpas exigen castigos. En el imaginario colectivo un castigo salda la culpa, la sumerge en su categoría de “ya pagaron”. El castigo de la dictadura militar fue de tal magnitud y exceso que neutralizó durante décadas las responsabilidades de los grupos subversivos. Se comprende.

Llego la hora, creo, de reconocer que existen disputas por el derecho a la memoria que ya no soportan el estigma de negacionismo. Llego la hora, creo, de abrir los archivos de etiquetas y frases hechas y ver cuanta sangre hay allí que también clama .

Si no se abren los discursos cerrados, el silencio, así como la falta de reflexión y de autocrítica, produce sorpresas que ponen en riesgo el único lema, la única bandera que debemos sostener como patrimonio nacional y latinoamericano. NUNCA MÁS

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