“De lo que mis granaderos son capaces solo lo sé yo . Quien los iguale habrá, quien los supere, nunca” San Martín
Hoy parecen más bien muñequitos de torta, luego de que el traidor Nicolás Avellaneda disolviera el regimiento de granaderos, con intereses similares a los que llevaron a hacer desaparecer el cadáver de Eva Perón, volvieron después de décadas a ocupar en la sociedad un lugar de museo viviente. Pero los granaderos eran verdaderos centauros, hombre y caballo, jefe y soldado, tierra e ideales un mismo brío, una misma pasión, un enjambre imbatible de guerra que venció al ejército más poderoso del mundo occidental de su tiempo.
Claro que pagaron un altísimo costo por ello. En 1826 regresaban a Buenos Aires, los últimos 76 granaderos de la cruzada independentista. No los recibieron con loas ni nada. NADA!!!Avellaneda los metió presos . Días después de la llegada de éstos, decide DISOLVER el cuerpo de granaderos. Volvían andrajosos, enfermos, tras 12 años de no ver a su familia ni su terruño. Los repartieron en diferentes reparticiones del ejército… así nomás, como si fueran comunes soldados.
54 años más tarde, el 28 de mayo de 1880, llega al puerto de Bs. As. el vapor Villarino. Traía los restos del Gral. San Martín a su morada final. Por entonces, tantas décadas después, solo quedaban SIETE GRANADEROS vivos. Y sin ponerse de acuerdo, se visten con sus andrajosos uniformes, guardados con cariño y respeto. Marcharon a caballo a recibir a San Martín. Lo acompañaron hasta su tumba y se quedaron, en guardia, toda la noche. Don José había vuelto a la Patria y ellos estarían allí como siempre que el clarín de su voz los citò.
Felipe Pigna y Eduardo Kovalivker acaban de publicar un libro llamado Los Granaderos de San Martín. Trae esas historias justas y necesarias que nos permiten cultivar una conciencia más amplia, tan urgente en estos tiempos, de las muchas deudas que tenemos con la memoria de aquellos que conquistaron con su sangre nuestros actuales derechos. Esas historias mínimas de hombres grandes que al nombrarlos siento que los invoco, los resucito y los convido.
Este sábado entrevistamos a Eduardo Kovalivker. No te lo pierdas.
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