Hoy, 26 de Diciembre, la Iglesia recuerda el martirio de San Esteban. El primer mártir de una multitud de cristianos que serán asesinados y torturados por negarse a adorar al Cesar como a un Dios.
Para la Iglesia solo es mártir aquel que muere por la profesión de su fe. Es decir no cualquier muerte violenta es considerada martirio. Me parece muy bien la distinción porque hay quienes son asesinados por infinidad de causas. Además están los que se inmolan por odio y hasta por patológico fanatismo.
Pero quiero hoy invitarles a que miremos el mundo del martirio desde un abrazo universal. Pensemos por un momento en los martirios incruentos (sin sangre) que nos rodean. Es decir en las personas que renuncian a un gran bien deseado o amado por un valor que eligen no negociar. Los insobornables.
Pensemos en los que pierden su trabajo por su honestidad. En los que pierden una pareja por su integridad. En los que pierden el afecto de su familia por su coherencia. En los que pierden sus bienes por su veracidad. En los que pierden la salud por su compromiso social. En los excluidos de una comunidad por decir la verdad. En los que pierden los amigos por su autenticidad. En los que lo pierden todo y esperan en la justicia. Pensemos un minuto en estos mártires morales que sin perder la vida son arrancados de la fuente del bienestar y a veces van muriendo de a poco en la indiferencia y la soledad sin brillos ni monumentos.
Quiero yo hoy rendirles mi más sincero reconocimiento: Llames como te llames… No figurás en ningún santoral, ni libro de historia, ni tenés tal vez comunidad que honre tu gesto de grandeza pero yo sé que has construido con tu sacrificio un mundo mejor. Porque la onda expansiva de la mentira, o de la explotación, o de la violencia, o de la injusticia, o de la codicia, o de la estupidez a encontrado en vos una mujer, un hombre, que le ha dicho “Detente: por acá no pasarás”.
En definitiva has sido alguien que marca diferencia. Alguien que se resiste a formar parte de una multitud de moscas adorando excrementos.
Que encuentres en San Esteban el consuelo y la alegría de caminar por el camino del bien, la verdad y la belleza.