Cómo volver a la rutina después de las vacaciones
Regresar a las obligaciones del día a día se hace cada vez más difícil. Sobre todo después de haber descansado, cargado pilas y haber logrado liberarse por unos días de las exigencias cotidianas. Qué hacer para evitar el síndrome post vacaciones.
El tiempo de vacaciones es uno de los más esperados. Deseamos hacer esas actividades que no concretamos durante el año. Pensamos: “Quiero dormir hasta tarde, hacer deporte, hacer ejercicio, salir con amigos, conocer lugares nuevos, compartir tiempo con la familia, los amigos o con mi pareja”. Queremos hacer cosas que nos hagan salir de la rutina y poder, de esta manera, recargar las energías para afrontar las actividades cotidianas del año.
Pero para algunas personas, al regresar de sus vacaciones, se les hace difícil retomar su trabajo de una manera adecuada y relajada. Padecen lo que se denomina síndrome post vacaciones. Para ellos, después de haber descansado, haber tenido momentos de relax y haber logrado liberarse por unos días de las obligaciones cotidianas, volver a la rutina es casi imposible.
Sienten que comienzan un período de exigencias y obligaciones. Vuelven a su mente aquellos problemas que debían haber resuelto antes del período de las vacaciones y que no hicieron. Se ven como personas que tienen una visión negativa de sí mismas y de todo aquello que les sucede. Esto les provoca emociones negativas y, sobre todo, malhumor e incomodidad.
Su capacidad de concentración se ve limitada, así como la tolerancia al trabajo. Cansancio, bajón anímico, angustia, dificultad para conciliar el sueño y mal humor son algunos de los síntomas del «odiado» retorno a la rutina.
Este síndrome afecta más a aquellas personas que interpretan de manera desfavorable el regreso al trabajo, lo califican como algo negativo y tienen dificultades para vivenciar el disfrute durante el año. Se olvidan de las emociones y sensaciones agradables que sienten durante sus vacaciones. Y que no solo en la época de distensión es posible gozar de la vida, sino que todo el año es importante aprender a disfrutar. Toda esta situación les suele provocar mucho estrés y les resulta difícil poder sobrellevarla.
Más calidad de vida
Lo importante para evitar este síndrome es no ser exigentes con nosotros mismos. No debemos sentir que somos imprescindibles para hacer las cosas. Debemos modificar creencias negativas, por ejemplo: “si no lo hago yo, no lo hace nadie” o “nadie lo hace como yo”. Aprender a pedir ayuda es un paso muy importante.
Muchas veces creemos que nuestro trabajo no nos gusta y que es lo peor que nos puede pasar. Nos aburre la rutina o tenemos vínculos inadecuados con nuestros compañeros o jefes. Es por esto que se nos hace difícil comenzar nuevamente luego de las vacaciones.
También puede ser por el estrés interno generado por nuestra mente, a través de las cosas negativas que nos decimos a nosotros mismos sobre el trabajo, acerca de nuestra autoestima, o en concordancia a las relaciones con el mundo en general.
Una de cal
Es importante poder tomar una actitud activa para comenzar el cambio y modificar nuestros pensamientos y emociones negativas. Debemos darle importancia a lo positivo que el trabajo nos aporta, y aprender a tener vínculos más sanos con los que me rodean.
Hacer un cambio de rutina energizará nuestra vida. Lo mejor es realizar actividades satisfactorias que sean duraderas a lo largo del año: meditar, hacer salidas con amigos, con la familia, o con la pareja; practicar un deporte o tener un hobbie; y otras actividades recreativas.
Debemos ser más positivos, integrar a nuestra vida cotidiana todo lo bueno de nuestra personalidad, y no dejarnos abatir por la rutina. Debemos disfrutar de todos los días del año como si siempre estuviéramos en vacaciones.
Pero para algunas personas, al regresar de sus vacaciones, se les hace difícil retomar su trabajo de una manera adecuada y relajada. Padecen lo que se denomina síndrome post vacaciones. Para ellos, después de haber descansado, haber tenido momentos de relax y haber logrado liberarse por unos días de las obligaciones cotidianas, volver a la rutina es casi imposible.
Sienten que comienzan un período de exigencias y obligaciones. Vuelven a su mente aquellos problemas que debían haber resuelto antes del período de las vacaciones y que no hicieron. Se ven como personas que tienen una visión negativa de sí mismas y de todo aquello que les sucede. Esto les provoca emociones negativas y, sobre todo, malhumor e incomodidad.
Su capacidad de concentración se ve limitada, así como la tolerancia al trabajo. Cansancio, bajón anímico, angustia, dificultad para conciliar el sueño y mal humor son algunos de los síntomas del «odiado» retorno a la rutina.
Este síndrome afecta más a aquellas personas que interpretan de manera desfavorable el regreso al trabajo, lo califican como algo negativo y tienen dificultades para vivenciar el disfrute durante el año. Se olvidan de las emociones y sensaciones agradables que sienten durante sus vacaciones. Y que no solo en la época de distensión es posible gozar de la vida, sino que todo el año es importante aprender a disfrutar. Toda esta situación les suele provocar mucho estrés y les resulta difícil poder sobrellevarla.
Más calidad de vida
Lo importante para evitar este síndrome es no ser exigentes con nosotros mismos. No debemos sentir que somos imprescindibles para hacer las cosas. Debemos modificar creencias negativas, por ejemplo: “si no lo hago yo, no lo hace nadie” o “nadie lo hace como yo”. Aprender a pedir ayuda es un paso muy importante.
Muchas veces creemos que nuestro trabajo no nos gusta y que es lo peor que nos puede pasar. Nos aburre la rutina o tenemos vínculos inadecuados con nuestros compañeros o jefes. Es por esto que se nos hace difícil comenzar nuevamente luego de las vacaciones.
También puede ser por el estrés interno generado por nuestra mente, a través de las cosas negativas que nos decimos a nosotros mismos sobre el trabajo, acerca de nuestra autoestima, o en concordancia a las relaciones con el mundo en general.
Una de cal
Es importante poder tomar una actitud activa para comenzar el cambio y modificar nuestros pensamientos y emociones negativas. Debemos darle importancia a lo positivo que el trabajo nos aporta, y aprender a tener vínculos más sanos con los que me rodean.
Hacer un cambio de rutina energizará nuestra vida. Lo mejor es realizar actividades satisfactorias que sean duraderas a lo largo del año: meditar, hacer salidas con amigos, con la familia, o con la pareja; practicar un deporte o tener un hobbie; y otras actividades recreativas.
Debemos ser más positivos, integrar a nuestra vida cotidiana todo lo bueno de nuestra personalidad, y no dejarnos abatir por la rutina. Debemos disfrutar de todos los días del año como si siempre estuviéramos en vacaciones.