Muchas personas me pidieron que conversemos sobre Milei. La perspectiva de que Javier Milei sea el próximo presidente de argentina es una apuesta de 540 grados, como le gusta decir a él sobre sí mismo. Una revolución semejante debiera ser debidamente ponderada. Jugará con cosas que no tienen remedio. Puede que se gane, o puede que se pierda lo poco que tenemos y si ese fuera el caso estimo que las consecuencias podrían ser muy graves.
En modelos económicos no hay verdades absolutas. Los mismos teóricos que Milei suele citar tuvieron entre sí debates memorables. De hecho dos de los premios nobel de economía Milton Friedman y Friedrich Hayek, ambos liberales de la escuela que sigue Milei, tuvieron largas, públicas y profundas diferencias entre sí. Y en las antípodas John Maynard Keynes, el economista favorito de Kisciloff, fue también premio Nobel de economía. Esto supone que no estamos de ninguna manera frente a modelos económicos incuestionables, cuyas conclusiones están probadas, sino que detrás de cada una de ellas hay un modelo de sociedad, de ser humano y de proyecto civilizador. Y de eso se trata: discernir cuál es el que realmente elegirías para los intereses de tu país, de tu vida y de los que amas. Porque van a condicionar tu vida y tus sueños en gran medida.
Hoy el debate, en general, se desarrolla en polaridades que luchan como si se tratara de religiones reveladas, con un nivel de fanatismo que no guarda relación con la naturaleza de lo que se debate. Todos los modelos tienen oportunidades y debilidades, riesgos y soluciones y anhelo el día en que las propuestas políticas se presenten con la humildad propia de lo que son: hipótesis en las que confiamos, experiencias vividas cuya vigencia hay que revisar para repetir o cambiar. Los principios éticos se pueden implantar en un modelo o en otro siempre que sus administradores digan la verdad, reconozcan los límites y estén dispuestos a reconocer INMEDIATAMENTE cuando un argumento da cuenta de la realidad con mayor acierto que el propio. No es una utopía. El mundo del saber, la ciencia y la historia está lleno de esas grandezas hoy tan escasas. No existe ninguna teoría que sea perfecta ni mucho menos sagrada.
Por mi parte, la pena que más me preocupa no es solamente el alto riesgo que corremos con modelos de derecha tan radicales, todo lo que está en juego, sino sobre todo el nivel de falacias, contradicciones, ocultamiento y mentira que encuentro en la propuesta de Milei. Lo he escuchado por horas y he leído algunos de sus referentes y no puedo, en conciencia, dejar de decir ¡Miente! La economía y la política no es mi especialidad, pero si lo es el análisis del discurso y se detectar las manipulaciones. Los políticos siempre mienten un poco, es parte de la retórica defensiva y persuasiva del arte de convencer. Es inconducente pedirle a un candidato que se muestre inseguro, o pesimista, sin embargo no olvido nunca al gigantesco Churchill cuando anunció para su gestión futura “sangre, sudor y lágrimas” en Gran Bretaña. No estaba el horno para medias verdades: se disponía a enfrentar, contra el consejo de todos, al mismísimo ejército de Hitler en su apogeo.
Yo desearía que nuestros candidatos nos den una esperanza realista; hay motivos para el optimismo económico pero siempre en un contexto de ajuste fiscal irreversible y eso supone mucho dolor. Votaría al que tenga el valor de decirnos la verdad completa. Quisiera evitar al pueblo argentino otra desilusión y además tengo a la verdad como un valor muy estimado. No toleraría que no prometan un “salariazo” y “revolución productiva”, como hizo Menem y luego anunciar una “cirugía sin anestesia”. Ocurre que en el caso de Milei las falacias, las violencias y mentiras son obscenas. Paradójicamente su discurso nunca te deja indiferente, seduce de muchas maneras, diría que es brillante su relato y ha logrado instalar temas necesarios de debatir. Lástima: No de esa manera. Prefiero pensar que está convencido de su teoría, o sea que es sincero, pero coincido con el periodista Pagni: tengo serias dudas de su equilibrio emocional. Teniendo en cuenta que se presenta como alguien que viene a arrasar con bombas y topadoras cosas que no tienen remedio, si además no reúne las condiciones personales, como parece, para afrontar las consecuencias, es fundamental enfriar los ánimos, leer mucho, escuchar a muchos más y pensarlo bien antes de decidir el futuro de la nación.
Humildemente, sin fanatismos, ofrezco el trabajo de revisión del discurso de Milei desde sus propios referentes, desde la historia y la experiencia de otros países, de nuestra historia y desde el contexto internacional que tantos están hoy tratando de dilucidar sobre el retorno de la extrema derecha.