Pies que construyen paz 27-05-2023

“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que trae buenas noticias, buenas noticias de paz y de salvación!” Isaías 52:7

Creo que esta escena alcanza para presentarlo: El 14 de febrero de 2004, a las 6:00 a.m., Henry Ramírez Soler, sacerdote de Medellín del Ariari, un caserío en Meta, Colombia, recibió un llamado angustiado de la profesora de Puerto Esperanza. Seis de las siete familias abandonaron el pueblo. Solo quedaban ella, 80 niños del internado, donde de lunes a viernes permanecían los hijos de los campesinos de las aldeas más alejadas, y la amenaza de los paramilitares, quienes estaban en una hilera al filo de la montaña observando cualquier movimiento. Llamaron a las autoridades, pero nadie respondió.

El cura fue hasta Puerto Esperanza en una moto destartalada, que lo dejó varado en la mitad del camino. Luego corrió, trotó, siguió corriendo hasta que llegó exhausto y buscó la manera de evacuar a los pequeños hacia Medellín. Un señor que tenía una volqueta le ayudó a transportarlos. En el último viaje, llegó el Ejército y la Policía. El comandante regañó al cura y a la profesora por el desplazamiento. Ellos lo confrontaron. La rabia les quitó el miedo de saber que ellos estaban arreglados con los paramilitares.

Después de esa amenaza, Puerto Esperanza fue un pueblo fantasma. No corría ni el aire y la maleza se comió las casas de los campesinos. Las noticias de lo que sucedió llegaron meses después. Dice el padre que los titulares se referían al pueblo que desalojó las Farc. “¡Imagínese! Decían en los medios que fueron las Farc y yo vi a los paramilitares”. Todo radica en la importancia de la verdad, de su construcción. “Ahí entendí que la verdad siempre será un escenario de disputa y que todos debemos contribuir a que se cuente a favor de las víctimas”. Dice el cura con enorme realismo.

El padre Henry esta hoy trabajando en el ámbito de las Naciones Unidas. Es hijo tempranamente huérfano de una familia de campesinos pero dice que el calor de la gente le hizo de nido y nunca se sintió abandonado. A Henry no le dio miedo ni pereza llegar hasta donde viven quienes confían en él y esperan que su Dios los salve de una guerra que parece no tener fin. Henry, fue de los pocos curas “que pasó del sermón a la práctica”. No descansó, por ejemplo, hasta que en 2003 los espacios humanitarios que había creado obtuvieran medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Y años después se obsesionó con la búsqueda de las personas desaparecidas y contribuyó a crear el protocolo de exhumación que hoy está vigente en Colombia.

Aunque de 2007 a 2009 se fue a Francia a estudiar su maestría en sociología, siguió con la vocería de las víctimas en Europa. Tal ha sido su apoyo, que ellas reconocieron su trabajo postulándolo el año pasado para el cargo de director de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, entidad creada después del Acuerdo de Paz y que ayudó a estructurar las negociaciones entre las Farc y el Gobierno.

El padre Henry, no permitió la entrada de los actores del conflicto armado en su iglesia (ni siquiera el Ejército), no permitió entablar comunicación con ellos, no cerró nunca las puertas de su parroquia así estuvieran en medio de balaceras, se dedicó de realizar“una lectura teológica del Derecho Internacional Humanitario”. Aunque esas posturas provocaron que en más de siete ocasiones fuera amenazado por los actores ilegales y amedrentado por los militares.

Leer sus historias me permitió asomarme a un verdadero infierno de violencia. La situación en Colombia es mucho más compleja de lo que conoce el común de la gente. Ya no se trata de dos bandos en disputa, sino de una guerra de bandas criminales con enorme poder militar y territorial. Pero también me llevó a pensar donde puede terminar una nación estancada en dialécticas estériles, extremismos radicalizados, y pobreza. Colombia es un espejo de cuánto falla el principio neoliberal de sálvese quien pueda y el egoísmo individual como motor de progreso. Allí donde muchos no se salvan entra el narcotráfico a reclutar mercenarios. Nadie se resigna mansamente a una vida miserable..

Fruto de su experiencia en escenarios de alta conflictividad y violencia escribió el libro “365 días para construir la Paz” Un libro de pequeñas reflexiones diarias que inspira a cualquier persona que se comprometa con sembrar la paz en su entorno y en sí mismo.

Este sábado en Radio Galilea compartimos su historia y charlaremos con él.

¡Un privilegio tenerte Padre Henry!

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