La cercanía de Dios está escondida debajo de la complejidad de la vida, tejida entre el bien y el mal, “el trigo y la cizaña”. Todo está inacabado, en camino, pero si hay algo que nos llama es la voz que nos recuerda que Dios es bueno y nos quiere bien. Algo que se nubla con tanto ruido interior y las preocupaciones de la vida.
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