«Si no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Fue Paul Ricoeur quien acuñó ese incisivo concepto de “maestros de la sospecha” para calificar la ruptura en el pensamiento occidental que generaron Freud, Nietzsche y Marx. No pudo crear mejor síntesis de quienes cuestionaron hasta los cimientos, las bases de la filosofía tradicional. Rupturas ineludibles para quienes hacen de la sospecha un arte del pensamiento crítico.
El texto del evangelio de Juan 20, 19-31 trae un personaje con el que podría identificarse cualquier persona consciente de esa parte de nuestra mente que tiende a sospechar de la oleada de creencias que le circunda. Un pensamiento crítico que mantiene una distancia aséptica frente a lo que no le consta. Ese personaje es Tomás que pasó injustamente a llamarse “el incrédulo”.
Tengo que confidenciar que amo a Tomás y ese texto en particular que lo tiene de protagonista. Yo sería una de los que como él diría ante lo raro, milagroso, increíble: “hasta que no ponga mis dedos en sus llagas, no lo creeré”. Yo lo habría bancado a Tomás, hubiera sido parte de su partido. En una sociedad tan supersticiosa y carente de pensamiento crítico como aquella ( ¡¡Y como ésta!!!) Tomás representa una aire fresco de racionalidad y sensatez que es toda una promesa para la Iglesia naciente. Dado el terror, y el duelo abrumador que envolvía a aquella comunidad después del asesinato de Jesús, era más fácil creer que estaba de vuelta que aceptar que todo había terminado muy muy mal. Tomás eligió la parte más difícil: aceptar la realidad y duelar. Debe haberse sentido muy solo durante esos ocho días de in- creencia en un ambiente exultante de milagros, pero Tomás no se fue de su comunidad, supo ser honesto consigo mismo y con los demás. Mis respetos a ese santo sospechador.
Por otra parte el relato, cargado de simbolismo, avanza hacia un horizonte más amplio y si se quiere más Real, porque nos interpela a un tipo de pensamiento y de presencia que va más allá de la inmediatez de los sentidos, un horizonte al que también la ciencia se va aproximando lentamente al reconocer la precariedad de sus respuestas para los misterios de la vida en el cosmos. Se trata de una apertura, liderada por el corazón, a una dimensión de lo Real que vibra en otra frecuencia. Son otros los ojos, y el tacto que se despierta en ella, y cuando acontece, el cuerpo también lo sabe…Son otras las evidencias y hay que saber seguirles la pista.
El relato es una joyita para el camino de la fe, incluso para los que no la tienen. Te invito a conversar sobre ésta historia en el tema central del próximo sábado 30 de abril a las 9.30.Se repite a las 18 y 23 hs .Podés participar de la mateada por distintos canales.
Entrando en éste link directamente http://www.dainusradio.net/galilea/player.php (Es seguro créeme)
En la web www.radiogalilea.com.ar en escuchar en vivo
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Te dejo algunas pistas para conectar con el Tomás que nos habita.
¿En qué circunstancias te atraviesa la sospecha? ¿Cómo sentís en tu mente la sospecha? ¿Qué argumentos te atraviesan cuando querés creer en algo y no podés? ¿Cómo te sentís en ambientes masificados por una creencia que no compartís del todo? ¿Podés diferenciarte sin miedo? ¿Te aceptan o te discriminan?