Este 18 de MAYO se cumplen 49 años de la partida del eterno Bandoneón de Buenos Aires: Aníbal Troilo…
Pichuco marcó el género para siempre. Fue autor de sesenta obras, muchas de ellas maravillosas, desde “Barrio de tango” hasta “Sur”, pasando “Garúa” y “La última curda”.
Complejo resumir a Troilo, además, dada una labor editorial que no le envidia nada a su genio creador. No sólo grabó casi todo lo que compuso, sino que adicionó a tales grabaciones más de cuatrocientas obras registradas entre 1938.
Pichuco, cuyo apodo radica en una deformación de picciuso (“llorón” en italiano), debutó a los doce años (1926, para más datos) cuando tocó el flamante bandoneón que le había regalado su madre, durante un evento benéfico realizado en el Petit Colón, un cine del Abasto. Aún no tenía ese paño de terciopelo sobre las rodillas que lo acompañaría en su trayectoria, pero sí la pasión por un género que explotaría cuatro años después, cuando se integró al sexteto Vardaro-Pugliese.
Troilo (suma tanguera) brilló por la lucidez de sus fraseos. Por sus solos a volumen bajo, y decir sutil. Por su sencillez armónica y sus extraordinarias melodías. Por su pasión y su tristeza. Troilo fue al tango lo que Pichuco al bandoneón y lo que el Gordo a Buenos Aires, totalmente.
Fue un placer compartir la charla con nuestra amiga Carla Algeri, ella nos trajó semblanzas e historias apasionantes y tangueras, como nos tiene acostumbrado.
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