En la vida buscamos la COMPASIÓN…. un flujo entre mi y los otros, que se basa en un mutuo dar desde el CORAZÓN…» Marshall Rosenberg
En RADIO GALILEA, volvemos a recibir a YVONNE LABORDA, en esta oportunidad dialogaremos sobre la COMUNICACIÓN NO VIOLENTA Y EMPÁTICA…
Se podría pensar que hablar gritando o insultando a los demás es comunicarnos de una forma violenta. Claro que esa forma de relacionarnos con los demás es violencia tanto activa como pasivamente pero hablar desde la crítica y el enfado también es violencia. Me explico, la Comunicación no Violenta no se trata de simplemente no gritar ni insultar. Muchos de nosotros no gritamos ni insultamos, no obstante nos seguimos comunicando de una forma bastante violenta. Hablarle a alguien desde la crítica y desde el enfado es violento. Hablar de lo que nos pasa a nosotros, de cómo nos sentimos, de qué no nos gusta, por qué nos disgusta algo y de cuáles son nuestras necesidades ya no es violencia sino comunicación conectiva. Conectamos con nuestras necesidades y las del otro.
Cuando nos enfadamos con alguien por lo que ha hecho o dicho le culpamos de nuestro mal-estar. Lo que nos enfada no es lo que el otro hace o dice sino los juicios y críticas que nosotros emitimos sobre lo que ha dicho o hecho. Todas esas frases que van pasando por nuestra cabeza son la causa del enfado. Lo que la otra persona hace o dice es simplemente el detonante pero no la causa en sí. Cuando algo nos hace sentir mal es porque alguna de nuestras necesidades no está siendo satisfecha.
Un ejemplo podría ser este de una madre que se enfada con sus hijos porque no paran de hacer ruido. La causa de su enfado no es el ruido. El ruido es simplemente el detonante de su enfado. Lo que esta madre necesita es paz, tranquilidad y silencio pero no lo puede tener debido al ruido de fondo de sus hijos. Su enfado es debido a su necesidad no satisfecha de paz, tranquilidad y silencio. Quizás en otra circunstancia o en otro lugar ese mismo ruido no le molestaría en absoluto. Repito, el ruido es el detonante pero no la causa real.
Otro ejemplo, un hombre se enfada con su amigo porque este llega 25 minutos tarde a la cita prevista. No obstante lo que realmente le enfada son los juicios que emite sobre el hecho de que su amigo no sea puntual: “es que es un irresponsable, nunca llega a la hora, la puntualidad es necesaria e importante…” Lo que realmente le enfada son todas esas frases que pasean por su cabeza en forma de juicios y críticas sobre el comportamiento de su amigo. El hecho de estar esperando un rato allí solo le hace conectar con alguna emoción y también resulta tener alguna necesidad no satisfecha. No se siente importante, valorado, respetado o tenido en cuenta por su amigo.
Ahora bien, imaginemos que este mismo amigo, mientras está esperando, se encuentra con una vieja amiga que hace mucho que no ve o que lleva un libro muy interesante consigo en la mochila y se pone a leerlo. Cuando su amigo finalmente llega con 30 o 40 minutos de retraso no se siente mal ni enfado. ¿Por qué? Pues, porque ha estado haciendo algo provechoso y su retraso le ha dado la oportunidad de poder hablar más rato con la vieja amiga o ha podido leer dos capítulos de su libro.
El hecho de llegar tarde no es la causa del enfado sin sólo el detonante. La causa del enfado fue su juicio y su necesidad no satisfecha.
Para poder comunicarnos de una forma no violenta podemos seguir estos 4 pasos que Marshall Rosenberg recomienda en sus libros:
- Observar sin evaluar.
- Expresar nuestros sentimientos.
- Ver el origen de esos sentimientos. Por ejemplo: ¿Qué necesidad no satisfecha hay detrás de esos sentimientos?
- Pedir.