Hasta hace poco esas eran las palabras inscriptas en las lápidas de los soldados cáidos en Malvinas.
Pero parece que Dios nos sigue llamando por el nombre ….
“Han perdido la vida y no por eso tienen que perder el nombre“, pensó Julio Aro mientras recorría las tumbas de sus compañeros en el cementerio de Darwin en 2008. Al igual que la mayoría de ellos, durante la guerra de Malvinas él tampoco llevaba una chapita identificatoria y si su destino hubiera sido quedarse en las Islas, hoy sería uno de aquellos soldados argentinos “solo conocidos por Dios”.
Sin embargo, el proyecto no hubiese sido posible sin el aporte vital de un hombre que en 1982 luchó para Inglaterra, el coronel Geoffrey Cardozo. Terminada la guerra, y con solo 32 años, el militar inglés dio digna sepultura a los cuerpos, recogió sus pertenencias y las guardó cuidadosamente. “Para mí, cada uno de esos soldados eran mis hijos. Yo no podía enterrarlos sin hacer un esfuerzo enorme para hallar su identidad“ Dijo el Coronel.
Una historia llena de encuentros increíbles, como si una mano invisible hubiera ido lenta y silenciosamente tejiendo cada puntada, hizo posible que se hiciera realidad el deseo de Julio Aro : NO ME OLVIDES . Nombre de la organización que él fundó destinada a trabajar en la contención y ayuda a familiares de los caídos en Malvinas, pero por sobre todas las cosas, para lograr la identificación de los cuerpos de sus compañeros.
Este viernes en Radio Galilea ésta historia contada por uno de sus protagonistas Julio Aro.
«No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” Jn 15,13
«Váyanse ustedes, que tienen hijos, yo me quedo”- Dijo Oscar Poltronieri y gracias a esas palabras, unos 120 soldados argentinos salieron vivos de nuestras Islas Malvinas durante la guerra en el Atlántico Sur.
Oriundo de la localidad bonaerense de Mercedes, llegó a las Islas sin haber terminado su adiestramiento como colimba, con 19 años, como tantos otros chicos de todo el país que debieron participar de la guerra. El formó parte del 6º Regimiento de Infantería Mecanizado, en la zona del monte Dos Hermanas. Ahí, Poltronieri, o Poltro para sus compañeros, se desempeñó como soldado a cargo de una ametralladora, con la que se recibió de héroe nacional.
El 11 de junio fue el día en el que escribió su experiencia, quedando plasmado como uno de los mejores combatientes de la historia. Un grupo de 600 soldados británicos avanzó hacia el 6º.Regimiento ,frente a la superioridad numérica, el coronel Augusto Vilgré Lamadrid les ordenó a sus combatientes que se retiraran. Sin embargo, Poltronieri, quien sabía que había altas chances de que los matasen a todos, desobedeció la orden de su superior y decidió quedarse solo a enfrentar a los europeos mientras sus compatriotas se desplegaban y buscaban refugio.
“Poltro, te van a matar, andate”. “Váyanse todos, carajo. Yo me quedo y los cubro. Ustedes tienen algo por lo que volver”. Y fue así que el soldado mercedino disparó durante horas mientras los demás se replegaban y se ponían a salvo. Se movía cinco metros y disparaba, otros diez metros y volvía a disparar. “De esta forma pensaban que era toda una compañía atacando y no avanzaban”, explicó Poltronieri.
El soldado logró detener él solo, durante días, el paso de las tropas británicas y pudo replegarse, por lo que volvió a Puerto Argentino “Cuando llegué, no podían creer que estaba vivo. Me habían dado por muerto”, contó.
Poltronieri relata el tremendo drama y la soledad de los ex combatientes al volver. Las estafas que sufrió y las puertas que se cerraban junto con el olvido.
«No nos daban trabajo. Éramos los locos de la guerra. Yo vendía calcomanías arriba de los trenes, así con mi uniforme verde. Y la gente me gritaba: ‘¡Que te las compre Galtieri!’. Nos despreciaban, no querían saber nada con nosotros. Nos daban la espalda porque habíamos perdido la guerra».
«Ya a nadie le importaban nuestros muertos y menos los que nos habíamos jugado el pellejo».
El héroe un día sintió que ya no podía pelearle más a la vida. «Pero Dios se apiadó de mí», dice. La soga que se había atado al cuello se cortó. Su hijo mayor lo encontró tirado en el piso, llorando.
«Decidí vender mis medallas», cuenta. Una nueva nota periodística lo salvó: Clarín publicó la historia del héroe olvidado y el ejército le dio trabajo
La primera vez que volvió a Malvinas lloró durante todo el viaje. Se arrodilló frente a la cruz que domina el cementerio de Darwin y le pidió por «mis hermanos que quedaron en esta tierra». Fue en 2010, para la filmación del documental El Héroe del Monte Dos Hermanas -del director Rodrigo Vila-, donde su historia de coraje es la gran protagonista. «La guerra me trae muchos recuerdos y mucho dolor, pero volver a mi posición, visitar a mis compañeros que viven para siempre en las Islas, me hizo mucho bien».
Poltronieri se transformó en el héroe de los colimbas. El Congreso Nacional lo condecoró y él entendió que había cumplido. Sin embargo, no pudo leer lo que decía la cruz que le entregaban, Poltronieri no sabía leer ni escribir. Las notas que se escribieron sobre sus acciones las pudo leer recién hace pocos años cuando ingresó a la escuela. Reconoce que le cuesta y le lleva tiempo reconocer cada letra, pero hoy puede leer y escribir.
Es el primogénito de 5 hermanos. Eran gente «de a caballo» como se denomina en el campo al verdadero paisano; En la estancia Santa Catalina transcurrieron los primeros 10 años de su vida; allí se crio como un paisano;
Sus padres se separaron y se trasladó con su madre a la ciudad de Mercedes, estableciéndose en un barrio de casas humildes y de gente trabajadora. En el nuevo hogar debió transformarse en el hombre de la casa y tuvo que abandonar sus estudios primarios para colaborar con la economía familiar. Muchos mercedinos ignoran aún hoy que un héroe de la guerra de las Malvinas lustró zapatos por unas monedas, en la plaza de la ciudad
Espera el día en que Gran Bretaña se siente a discutir con Argentina sobre soberanía y cuando las islas dejen de estar ocupadas. Espera y sabe lo que hará ese día: «Me voy a vivir a las islas, voy a ser el primero en ir, es mi tierra. Malvinas es un sentimiento para mi. Fui un soldado de mi Patria que cuando me necesitó, yo estuve ahí, haciendo lo que tenía que hacer. Me enseñaron a jurar la bandera hasta morir, y eso es algo que hice y voy a seguir haciendo »