Desapego y lucha. Gracia y desgracia.
La desgracia de un gobierno como el que tenemos que nos empobrece económica, moral y sobre todo institucionalmente, abre, entre otras claro, una encrucijada espiritual . O nos dejamos arrastrar por el desaliento, la impotencia y la frustración o damos un salto hacia arriba y hacia adentro. Arriba, donde poder ver el horizonte y vigilar hasta que llegue la alegría que está prometida para el que espera ¿ Quién confió en el Señor y fue defraudado, o quién perseveró en su temor y fue abandonado,»
Eclesiástico, 2 –
Adentro, donde habitan esos infiernos que sólo se manifiestan en las crisis. Arriba, para estar más cerca de lo que viene de lo alto. Adentro, para estar más cerca de lo que viene de lo bajo
Una espiritualidad para tiempos de crisis y violencia, corre el riesgo de ser falsamente consoladora. Es decir consolar como un calmante que ignora la enfermedad. Que me fabrica una burbuja de ilusiones para mirar el mundo, y mi mundo, sin sufrir demasiado. “Total ¿para qué? Si no puedo hacer nada.”…. Una espiritualidad de autoayuda. O sea una fuga hacia arriba.
Otra espiritualidad para tiempos de crisis corre el riesgo de perderse en la acción, lentamente va trocando la energía necesariamente combativa que hace falta para enfrentar la crisis en la única fuente de energía ,sin comprender que hay un límite y que no se lo rebasará sin la ayuda sobrenatural. Una fuga hacia abajo. Porque la energía humana, por muy intensa que sea, se mueve en un círculo que no escapa a la misma ley de gravedad que todas las cosas en el cosmos. Hace falta, para re-crear el mundo, mi mundo, una energía creadora que viene de “otro mundo”
Y para alumbrar la oscuridad no alcanza mi razonamiento luminoso, ya que éste no escapa a la materia oscura de todo el cosmos. Hace falta para iluminar las sombras “Una luz que alumbra al pueblo que caminaba en tinieblas” Una luz que viene de “otro mundo”Jn 1
No encuentro mejor inspiración para estos tiempos que el legado de Simone Weil. Como casi todos los místicos ella sintetiza la transformación íntima, abrazadora y por momentos tormentosa de su alma profunda con una lucha igualmente apasionadísima por la justicia social y el alivio para los oprimidos. Además es judía conversa al cristianismo aunque nunca quiso oficializar su ardiente catolicismo para compartir el destino trágico de sus hermanos de raza humillados por el holocausto nazi. Y además es mujer moderna. Vivió Simone Weil entre 1909 y 1945, es la mayor pensadora del amor y la desgracia de nuestro siglo. Toda su vida anduvo buscando ese momento del encuentro entre la perfección divina y la desgracia de los hombres. Conoció los horrores de la guerra, la opresión de las obreras en las fábricas, la soledad de la pobreza y la enfermedad y además fue filósofa, docente, obrera y militante de la resistencia francesa. Pero su legado místico y espiritual es deslumbrante y es de su testimonio y escritos de donde te comparto éste viernes su visión del alma humana en la gracia que es posible encontrar en la desgracia y la lucha en los infiernos del mundo. Desapego y aceptar el vacío son los temas que conversamos hoy en radio Galilea a las 9.30. 18 y 23 hs.
Te esperamos
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