Bailar es una manera de hacer poesía con el cuerpo. Dicen que la danza es una de esas artes en la que solo destacan quienes se quieren mucho a sí mismos, o por lo menos van en camino a eso. En el baile siempre opera una suerte de felicidad, aunque haya danzas que expresen un sentimiento dramático. En el baile también se pone en juego un acto de libertad, en tanto que se trata de una ruptura con los movimientos habituales y le permite a cada quien convertir su cuerpo en un medio artístico.
Un estudio publicado en la revista International Journal of Neuroscience, en 2005, evidenció que un grupo de adolescentes con depresión leve mejoró significativamente su condición gracias al baile. Este les permitió reducir los niveles de dopamina y aumentar los de serotonina, lo que al final mejoró su estado de ánimo.
En McGill, una universidad canadiense, realizaron un curioso estudio en el que comprobaron que las personas con enfermedad de Parkinson mejoraban notablemente cuando bailaban tango de manera continuada. Varios de los enfermos reportaron que al disponerse a bailar al son de la música, el temblor de sus cuerpos comenzaba a desvanecerse.
En otra investigación llevada a cabo en la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York, se estableció que bailar favorece las estructuras del cerebro y previene el envejecimiento de este órgano. Al parecer, la danza revierte la pérdida de volumen del “hipocampo”, una estructura que está directamente relacionada con la memoria.
En nuestra entrevista de hoy vamos a conocer una persona que une esta pasión por el baile y esta enfermedad del Parkinson. Ella se presenta así:
“ Hola, soy Euge, (Eugenia), tengo cincuenta y tres años y una historia que quiero compartir con ustedes. En medio de la pandemia, mi vida dio un giro inesperado: me diagnosticaron Parkinson rígido.
Lejos de resistirme, decidí abrazar esta nueva realidad, invitando a PK a bailar la vida!»
Bailar es capturar el ritmo de la vida.
Ir a descargar