Doble injusticia y desafío político
Vivimos un momento singular de la historia de la humanidad que involucra a cada país. Escuchamos dos gritos que significan dos graves problemas que debemos enfrentar políticamente: el grito de la tierra y el grito de los pobres. Hay que escuchar simultáneamente los dos gritos. Debemos sentirnos comprometidos de tal forma que estos no necesiten gritar más. Están gritando porque sufren la doble injusticia de la forma de vida que amenaza el futuro de la casa común.
Existen dos injusticias que son un reto para nuestro compromiso de cristianos que actuamos desde la fe: una política que se inspire en la práctica de Jesús, en la práctica del Papa Francisco, que hace una opción por los pobres, que escribe documentos para toda la humanidad sobre cómo cuidar la casa común.
Hay, en primer lugar, una injusticia social y, después, una injusticia ecológica. La primera, es una injustica social mundial y tiene que ver con la desigualdad que separa a los seres humanos. Unos pocos que tienen el control de los bienes económicos, de servicios, de la madre tierra. El 1% de los ricos de EEUU controlan toda la renta. En Brasil son 71 mil personas “multiricas” las que controlan más de la mitad de toda la riqueza del país. Y ellos pueden manejar la política porque desde la economía controlan los mercados y desde el parlamento deciden los rumbos.
Entonces, hay una injusticia que es la desigualdad; pero ese sólo un término del drama. Políticamente, esa desigualdad significa injusticia social. Hoy vivimos en una sociedad mundial bajo una inmensa injusticia social. 587 personas tienen más riqueza que 40 países donde viven 600 millones de personas. El sistema, tal como está montado no funciona ni funcionará en el futuro si no cambia, para los millones de personas que habitamos el planeta. Gran parte de la humanidad, sufre, se siente cansada, humillada, pierde su rostro humano debido a la crueldad, a la impiedad de un sistema que no tiene corazón, que no siente el dolor del otro. Cuando el Papa fue a la isla de Lampedusa fue a concretar lo que dijo en su primer entrevista (que quiere una Iglesia de pobres para los pobres), fue a visitar a los pobres, a decir las palabras más duras: que el sistema mundial no tiene corazón, no siente el dolor del otro.
La injusticia ecológica significa una agresión sistemática, una guerra contra la madre tierra. No tenemos ninguna chance de ganarla. La tierra no necesita de nosotros, nosotros sí la necesitamos a ella.
Junto con esta forma de injusticia, viene la injusticia ecológica. Los que explotan la tierra la han llevado a una manifestación de enfermedad que es el calentamiento global. Como cuando nosotros tenemos fiebre: la fiebre no es una enfermedad, es el síntoma de que hay enfermedades actuando. Los bienes de la tierra son suficientes para toda la humanidad, pero no lo son a la vista de la voracidad de quienes acumulan, de los que miran los datos y no descubren los hambrientos y hermanos débiles. Esa injusticia significa una agresión sistemática, una guerra contra la madre tierra. No tenemos ninguna chance de ganarla. La tierra no necesita de nosotros, nosotros sí la necesitamos a ella. La Tierra es mucho más fuerte que nosotros. Somos los últimos del proceso de la evolución. Teníamos una misión muy clara, fuimos puestos en el Edén para cuidar a la tierra.
Las dos injusticias de las que hablo son un reto para nosotros. El Papa, partiendo de estos datos, escribe su encíclica para dar una respuesta mística y política a la vez: política porque hace la denuncia de las causas que producen esta amenaza sobre la tierra; mística porque a la vez apunta caminos de superación y nos da la esperanza de que podemos elaborar formas de producción y de consumo que nos arranquen de esa crisis, protegiendo los ecosistemas, amando y respetando todos los seres.
El Papa escribe su encíclica Laudato Si para dar una respuesta mística y política a la vez: política porque hace la denuncia de las causas que producen esta amenaza sobre la tierra; mística porque a la vez apunta caminos de superación y nos da la esperanza.
Vida y política: estrategias para la esperanza
Este es el momento de nuestra fe. Como el problema es global y es consecuencia de una política mundial que se estructura alrededor de la acumulación, del poder de un conjunto cerrado dominando la naturaleza, el sistema ya no funciona. Tenemos que buscar caminos alternativos. El Papa dice que debemos hacer una conversión ecológica radical, tenemos que cambiar: si no lo hacemos, vamos camino a lo innominable. Una situación de gran desolación, de gran dolor, especialmente en aquellos más vulnerables.
La política, en su sentido amplio, es la búsqueda del bien común. La política en sentido reducido es cuando élites, burócratas que tienen el saber, el poder y todas las formas de dominación, organizan para así una forma de habitar, de consumir, y la imponen a todos los demás.
Hoy sentimos en el mundo que hay una oleada de pensamiento conservador que se llama neoliberalismo, que se ha impuesto primero en el centro del mundo y ahora está llegando acá. EEUU es singular porque es un Estado terrorista; siempre busca solucionar sus problemas con violencia, y esa es su política de vida.
Estamos frente a políticas de dominación que son anti-vida. Anti-vida de la naturaleza porque destruyen los ecosistemas; anti-vida de los seres humanos reduciendo a la pobreza, la miseria, al sufrimiento. Hoy sentimos en el mundo que hay una oleada de pensamiento conservador que se llama neoliberalismo, que se ha impuesto primero en el centro del mundo y ahora está llegando acá. EEUU es singular porque es un Estado terrorista; siempre busca solucionar sus problemas con violencia, y esa es su política de vida. Los críticos dicen “Trump es un tonto”, pero mucho peor es Hillary Clinton porque articula con el sistema financiero, con la producción sistemática de armas para venderlas al Estado Islámico. Es una mujer peligrosa, se presenta simpática y buena, pero tiene una perversidad propia de un sistema de dominación.
Hay que estar atentos y ser críticos. Porque si vamos a enfrentar el sistema, tenemos que enfrentar sus estrategias y su lógica. Este sistema no produce ninguna esperanza. Porque hace más de lo mismo. Y en lo mismo no se encuentra una salida. Albert Einstein decía que el pensamiento que ha generado la crisis no va a ser el mismo que nos va a sacar de la crisis. Tenemos que pensar de formas diferentes. Y ahí entramos los cristianos, como tantos otros que no aceptan la situación: tenemos que dar pasos alternativos, organizarnos y vivir la nueva tierra porque esta tierra está condenada, avasallada, destrozada por un sistema que no respeta la naturaleza ni la madre tierra. A la madre no se la compra ni se la vende, se la defiende. Esa relación que tenemos con nuestras madres hay que transferirla a la madre tierra.
Hay que estar atentos y ser críticos. Porque si vamos a enfrentar el sistema, tenemos que enfrentar sus estrategias y su lógica. Este sistema no produce ninguna esperanza. Porque hace más de lo mismo. Y en lo mismo no se encuentra una salida.
La singularidad del ser humano
El ser humano es tierra, esa es nuestra singularidad. Los astronautas desde afuera miraban la Tierra y decían: “No hay diferencia entre Tierra y humanidad”. La tierra en su complejidad, en su evolución, de repente empezó a pensar, a sentir, a amar y encontró al ser humano. Entonces, nosotros somos tierra.
Hemos armado una máquina de muerte, armas químicas, biológicas y nucleares que pueden destruir la vida en la Tierra de 25 formas diferentes. Desde nosotros, empecemos a crear una conciencia nueva de responsabilidad, a crear formas alternativas de producción, de consumo, como hermanos y hermanas, como San Francisco llamaba a todos los seres. Esa profunda fraternidad.
¿Cómo nace una política entre nosotros? Nace de esa consideración y esa fraternidad y ahí viene de la urgencia de acción, de una forma de pensamientos que nos lleve a actuar para superar esa crisis y mantener vivo el futuro de la Tierra. Esa política tiene que ser liberadora, no mantener pequeñas reformas.
¿Cómo nace una política entre nosotros? Nace de esa consideración y ahí viene de la urgencia de acción, de una forma de pensamientos que nos lleve a actuar para superar esa crisis y mantener vivo el futuro de la Tierra. Esa política tiene que ser liberadora, no mantener pequeñas reformas, no hay que cubrir las heridas de la Tierra, sino crear la forma en que pueda reproducirse, que los ecosistemas puedan dar todo lo que necesitamos para vivir, que podamos tener aire para respirar, agua purificada, que no comemos transgénicos, que no pisamos el suelo contaminado con agrotóxicos. Esa dimensión es fundamental mantener como una alternativa posible. Tenemos que hacerla nacer desde abajo.
El Papa dijo, en la reunión con los movimientos sociales en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, que son tres los ejes a considerar: tierra, techo y trabajo. Son los derechos fundamentales. La tierra no sólo como instrumento, sino como casa común. Techo: no somos animales que están dispersos por ahí, tenemos que tener una casa para nuestras familias. Trabajo: es el medio por el cual garantizamos el pan nuestro y de las familias y nos organizamos socialmente. En la segunda parte de sus palabras en Santa Cruz de la Sierra, dijo que no esperemos de los Estados, de los pudientes, ninguna solución;que empecemos por nosotros mismos, desde abajo, haciendo una economía agroecológica, una producción alternativa, formas más humanas y solidarias de consumo, un consumo que sea una expresión de nuestra solidaridad con otros que no tienen, una sobriedad compartida (es decir: podemos ser más o menos para que todos tengan lo suficiente para vivir).
Hay que empezar con los más vulnerables, aquellos que son los más condenados de la Tierra. Hace unos días, yendo a La Plata vi espantado las villas miseria que antes no conocía de Argentina, pero ahora están emergiendo por todas partes. El sistema funciona bien para los ricos y pudientes, ellos acumulan y con la crisis ganan mucho más dinero, pero a costa del sufrimiento, la marginación de las personas. Es necesario empezar la política liberadora desde abajo, desde los más pobres. Si no comenzamos desde abajo, los dejamos al margen y beneficiamos a las clases que se pueden defender por sí mismas. La forma tiene que ser una democracia donde todos pueden hablar, pueden participar en grupos, hacer manifestaciones, protestas, y simultáneamente cada grupo debe presentar una manera de hacer diferente lo que existe. También, ser transparentes, utilizar las armas que el sistema no puede utilizar: la verdad, la integridad, la justicia, la participación de todos.
Elaborar un sueño, actuar, cuidar, generar igualdad
Paulo Freire decía que no se trata de tener una pedagogía para el oprimido, sino de cómo el oprimido se da cuenta de que fue oprimido. Decía también que éstedebe dejar afuera al opresor que lleva dentro. “En la cabeza de cada oprimido está escrito: ‘hotel de la opresión’”, supo decir.
El oprimido reclama liberación contra la opresión. Contra la pobreza. No la riqueza, sino la justicia social. Es importante entender la riqueza desde una forma cristiana. Riqueza no es acumular bienes. Riqueza humana es poder ser más humano, poder convivir con los demás, vivir relaciones buenas, de amistad, superar los conflictos más duros, tener capacidad de renuncia, esa es la verdadera riqueza.
Un planeta limitado como el nuestro no soporta un proyecto ilimitado de crecimiento. Si la Tierra está enferma nos hace sentir enfermos a nosotros, y cuando nos enfermamos hacemos enfermar a la Tierra. Hay una relación de imbricación, de interrelación Tierra-humanidad.
Un planeta limitado como el nuestro no soporta un proyecto ilimitado de crecimiento. La Tierra se enferma más y nos da cada vez más señales con grandes lluvias, inundaciones, fríos tremendos, calores extraordinarios. La Tierra perdió su equilibrio. Si la Tierra está enferma nos hace sentir enfermos a nosotros, y cuando nos enfermamos hacemos enfermar a la Tierra. Hay una relación de imbricación, de interrelación Tierra-humanidad.
Tenemos que buscar alternativas. La primera es elaborar un sueño. Reinventar la humanidad. Nunca en la historia se ha maltratado la Tierra como ahora. Tenemos que cambiar la forma de imaginar otra Tierra. El Evangelio, la fe cristiana no da soluciones sino inspiraciones para acciones profundamente liberadoras. Como por ejemplo,tener respeto profundo por la naturaleza, cuidar el agua, mantener los bosques. El Evangelio nos enseña ese cuidado. Jesús vino a enseñarnos a vivir, que haya solidaridad, amor, capacidad de perdón del otro, capacidad de comprender y convivir fraternalmente.
Ese fue el sueño de Jesús. Esa fue la buena noticia: “El Reino está llegando”.Y éste llega en la medida en que nos convertimos a una dimensión más humanitaria, más cuidadosa. En el Evangelio según San Juan, Jesús dijo: “Si alguien viene a mí, yo no lo echaré”. El Papa también lo dibuja en su encíclica: una humanidad que nace de relaciones nuevas entre los seres humanos y de los seres humanos con la naturaleza en la Tierra; que ésta se sienta parte para que pueda continuar dándonos todo para vivir para nuestra generación y las futuras.
Tenemos que buscar alternativas. La primera es elaborar un sueño. Reinventar la humanidad.
Segundo, dar un paso en la relación de cuidado, la relación de amistad que renuncia a la violencia. Una relación que no destruye, sino que protege. La esencia del ser humano –más que espíritu, más que creatividad, más que libertad– es el cuidado porque nosotros estamos acá gracias a que nuestras madres han tenido el infinito cuidado de acogernos cuando nacimos. Porque si estuviéramos solos en nuestra cuna no sabríamos cómo salir de ahí y buscar nuestra alimentación. Todos somos hijos e hijas del cuidado. Ese cuidado hay que dárselo a la Tierra, como San Francisco que recogió las lombrices del camino para que no sean pisadas.Cuidar de todos los seres, incluso las hierbas dañinas (¡le hice esta mención como broma al Papa y él lo puso en la encíclica!). Si hay que cuidar, cuidamos de todos.
Tercero, lo que no existe en el sistema dominante neoliberal-capitalista es la solidaridad, la cooperación; todo es competencia: uno comiendo al otro sin ninguna consideración, sin cooperación. Tenemos que ser seres de cooperación, uno ayudando al otro, como hace la naturaleza. Todos ligados, creando una inmensa red de conexiones para que todos puedan sobrevivir y estar en el proceso de evolución. Eso va generando más igualdad, superando la división ricos y pobres. Y recupera la dimensión de hermanos y hermanas.
En la solidaridad puede estar la base de un nuevo modo de habitar el planeta. Necesitamos producir, pero producir lo suficiente para nosotros, no es una producción para el enriquecimiento, no es una economía para la riqueza, sino una economía de lo que es necesario para todos, no sólo para nosotros, para todos los seres vivos. Eduardo Wilson, quien creó la palabra biodiversidad, publicó un libro donde dice que la vida está en riesgo, que el ser humano ha transformado el jardín Edén en un matadero. Dice también que si uno toma un puñado de tierra y lo pone bajo un gran microscopio, puede ver 10 mil millones de microorganismos de 6 mil especies diferentes. Por eso el Papa dice “hay que defender esos trabajadores anónimos que están bajo la tierra, que nosotros estamos matando con los agrotóxicos, con los químicos, estamos matando la vitalidad de la tierra”. Hay que pensar en eso también. Como cristianos, tenemos que apoyar la cooperación y la solidaridad.
Debemos dar un paso en la relación de cuidado. Una relación que no destruye, sino que protege. La esencia del ser humano –más que espíritu, más que creatividad, más que libertad– es el cuidado.
Mística y responsabilidad colectiva
Otro punto básico es la responsabilidad colectiva. Todos nos vemos afectados y tenemos que tomar una posición. Hay que ser responsables con el futuro de la Tierra y la humanidad. Es una política de responsabilidad compartida. Desde el más pequeño que hace su trabajo porque entra en la red de conexiones hasta permitir un salto de calidad.
Junto a esto está el desafío de tener presente una dimensión espiritual de la vida. Porque el ser humano no es sólo cuerpo y alma: hay una dimensión de lo profundo, la dimensión del espíritu,que aparece siempre cuando hacemos las preguntas radicales: ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?, ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿cuál es el curso de las estrellas?, ¿qué es esa energía que sustenta todo? Ahí aparece la dimensión del espíritu, de los valores que no se pueden comprar ni vender. Aparece en forma de solidaridad, amor, compasión; la propiedad del espíritu. Cito a Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito, que en una carta póstuma dice que el único problema que tenemos en la humanidad es que no cultivamos el mundo del espíritu. Cuidamos el mundo del cuerpo, de la psiquis, pero sostenemosuna guerra devastadora porque no cuidamos el mundo del espíritu. Y el mundo del espíritu está hecho de bondad, de solidaridad, de amor, de capacidad de maravillarse con un paisaje, de estar juntos con los amigos y convivir fraternalmente. Alimentar la nostalgia de Dios.
Al sistema no le importa el espíritu, quiere solamente bienes materiales. La crisis que surgió en 2007-2008 es la crisis de capital material. El capital material es limitado, se agota, no es renovable, pero hay otro capital que es el humano espiritual y ese nunca se agota. Puede crecer infinitamente, puede cuidar y amar de forma ilimitada, puede convivir fraternalmente con todos. Esos valores son intangibles, no están en los mercados, en los bancos, pero sí están en el corazón. Necesitamos ese amor para con la Tierra, para con los que más sufren.
Mística, más que pensarnos, es sentirnos. Y eso crea una dimensión de la política.
Comprometerse supone amar al otro, mirar la mano que se extiende, consolar al que está llorando. Debemos cultivar esa dimensión, es la dimensión femenina que está en el hombre y en la mujer. Es la dimensión del cuidado, del cariño, de la sensibilidad y si no cultivamos esa sensibilidad no vamos a avanzar en cuidar la tierra, defender la vida ni proteger al otro. Todos somos portadores de cuidado, pero las mujeres más que nadie. Las mujeres tienen el privilegio de dar el testimonio de ese Jesús resucitado, y nos inspira los bienes de la resurrección, eso es más que una teología, una mística del paso de la cabeza al corazón, sentir la realidad.
Mística, más que pensarnos, es sentirnos. Y eso crea una dimensión de la política, que se compromete porque ve a Dios en todas partes. Entonces la mirada mística del cristiano no es ver la realidad como algo muerto, porque la realidad está empapada de la gracia de Dios. El Reino de Dios pasa por ahí también creando dos formas: una forma de celebración, de sacramento, de oración; y también el Reino se realiza políticamente ahí donde hay justicia, donde hay confraternidad, donde hay compromiso para cambios fundamentales. Es una bicicleta con dos ruedas: la rueda de la religión con todos sus símbolos y la rueda de la ética, de la política, del compromiso, de la transformación del mundo. Y cuando es derrotado no se hunde porque su esperanza va más allá. Nos sentimos honrados de ayudar a Dios a alcanzar sus designios, a hacer que el resucitado resucite en las personas, y que la resurrección es una insurrección contra las injusticias de ese mundo. El cristiano no puede acomodarse al status quo de la realidad, tiene que ser transformador.
Más que nunca estamos llamados a buscar transformaciones radicales que creen otra manera de estar en el mundo, respetando los ecosistemas, y tener una forma justa de distribución de los bienes colectivos para la humanidad.
Las tareas del pueblo
Hoy más que nunca estamos llamados a buscar transformaciones radicales que creen otra manera de estar en el mundo, respetando los ecosistemas, y tener una forma justa de distribución de los bienes colectivos para la humanidad.
Los bienes de la Tierra son para todos. Tenemos derecho a eso. Crear las condiciones para que eso se realice es trabajo y política, organización de los pueblos, de los movimiento sociales que presionan para transformaciones y no pequeñas reformas que mantienen la estructura del comienzo. En Argentina, las presiones que vienen del pueblo contra el tarifazo, las medidas de ajuste que penalizan a los que más sufren. Tiene que ver con organizarse en función de eso para hacer la política del Reino de Dios, la política que va en la línea del proyecto de Jesús, producir bienes del Reino que son bienes de justicia, de solidaridad, de participación, de vida, que emerja una bio-civilización, donde el centro sea la vida de la naturaleza, la vida humana, la vida de la tierra.
Todos nosotros somos herederos de un hombre que fue perseguido, calumniado, y ejecutado, somos herederos de un prisionero político: Jesús de Nazaret. Hay que mantener esa memoria belicosa, liberadora, subversiva que es la tradición de Jesús. Si somos perseguidos, no estamos solos, estamos participando de la pasión del mundo, de la pasión de Jesús. Como decía Pascal: “Mientras los seres humanos están sufriendo la crucifixión de Jesús, el Jesús crucificado sigue con ellos hasta el Juicio Final”. Nunca estamos solos, él nos acompaña y eso nos da fuerza para seguir adelante y soportar persecuciones, difamaciones. Jesús pasó por lo mismo y sucumbió pero esa no fue la última palabra. La última página es resurrección, es vida, es la irrupción del hombre nuevo como dice San Pablo en la primera carta a los Corintios. Un hombre nuevo, una mujer nueva, que tenga rostro humano, que trate humanamente a los seres humanos, que tengamos una sociedad que sea justa, que sea equitativa, que haya un equilibro en nuestra sociedad, ese es nuestro sueño, para eso luchamos.
Todos nosotros somos herederos de un hombre que fue perseguido, calumniado, y ejecutado, somos herederos de un prisionero político: Jesús de Nazaret. Hay que mantener esa memoria belicosa, liberadora, subversiva que es la tradición de Jesús. Si somos perseguidos, no estamos solos, estamos participando de la pasión del mundo, de la pasión de Jesús.
El camino de la democracia extendida y la justicia social
A nuestra democracia hay que defenderla y, al mismo tiempo, hay que ir más allá de la democracia. Una convivencia entre todos, incluso de los seres de la naturaleza, porque todos participan en esa convivencia. Una democracia extendida donde hay una ciudadanía de la naturaleza, de los seres, y comparten la vida con el ser humano.El sueño es más pequeño: que el mundo tenga otra dimensión, una dimensión que nos agrade a nosotros, que agrade a Dios y pueda honrar sus designios.
La mística de la política se enfrenta a una situación grave, el neoliberalismo que empezó en Honduras, pasó por Paraguay, que está entrando a Argentina y en forma escandalosa entró en Brasil. Han condenado a la presidenta, pero ni siquiera hay indicios de delito. El presidente golpista lo primero que hizo fue acabar con los proyectos sociales.
Al neoliberalismo no le interesa el pueblo, le interesan la acumulación y el mercado. Contra eso tenemos que resistir, presionar, hacer manifestaciones, gritar y, cuando hay elecciones, saber qué proyecto tiene cada uno, qué quiere de Argentina, qué futuro dibuja para nuestro pueblo y saber elegir las personas correctas.
Los 40 millones de argentinos tienen que poder reconstruir la sociedad; está volviendo la miseria, la pobreza. Al neoliberalismo no le interesa el pueblo, le interesan la acumulación y el mercado. Contra eso tenemos que resistir, presionar, hacer manifestaciones, gritar y, cuando hay elecciones, saber qué proyecto tiene cada uno, qué quiere de Argentina, qué futuro dibuja para nuestro pueblo y saber elegir las personas correctas. El horizonte es un proyecto de justicia, desde el pueblo, participativo, de democracia extendida (no reducida para aquellos que tienen poder); democracia participativa donde los movimientos sociales pueden decir su palabra, ayudar a configurar políticas, con sus demandas forzar al Estado a que haga políticas sociales efectivas, no dar caridad y asistencialismo, sino justicia social. Esos son los imperativos de la política que nace desde la fe, inspirada en el Evangelio, en esa visión amplia que el Papa nos ha entregado en su encíclica, de modo que nosotros vayamos construyendo paso a paso una nueva sociedad. Puede demorar, pero si el rumbo está correcto por ahí va el camino.
No pedimos a Dios que nos quite las zonas peligrosas, sino que nos dé fuerza para enfrentarlas, nos dé valentía para soportar el sacrificio que todo eso demanda. Eso viene en la mística: Dios está en acción en la humanidad, está construyendo su Reino y nosotros somos participantes, y ahí podemos soportar, animarnos a ir adelante, y construir un tipo de sociedad que nos haga más felices. Como decía Paulo Freire: “Que la sociedad no sea tan malvada”. Que sea posible el amor, que podamos convivir como hermanos y hermanas. Son ideales mínimos que están al alcance de nuestras posibilidades.
Estamos en una situación dramática en el mundo y uno lo puede interpretar bajo dos figuras: pueden decir que es una tragedia preanunciada o que se trata d una crisis global que nos obliga a cambiar. No es una tragedia. Este tipo de mundo tiene que terminar. Estamos en una gran crisis, como toda crisis nos purifica, nos mejora y vamos a superarla. La Tierra, la vida, ha pasado muchas veces por crisis. Siempre triunfó la vida y no será ahora que vamos a terminar mal. Por eso el Papa cita el Libro de la Sabiduría que es tan bello: “Señor, tú creaste todas las cosas y amas todas las cosas que creaste. Tú no odias ninguna de ellas, porque tú eres el soberano amante de la vida”. Entonces, Dios que es el soberanos amante de la vida no va a permitir que la vida se termine de forma tan desastrosa. La vida va a triunfar.
El horizonte es un proyecto de justicia, desde el pueblo, participativo, de democracia extendida (no reducida para aquellos que tienen poder); democracia participativa donde los movimientos sociales pueden decir su palabra, ayudar a configurar políticas, con sus demandas forzar al Estado a que haga políticas sociales efectivas, no dar caridad y asistencialismo, sino justicia social.
La encíclica del Papa Francisco cierra con estas palabras: “Hermanos, todos caminando y cantando que los problemas del planeta Tierra no nos quiten la alegría de la esperanza”. Tenemos que alimentar la esperanza, podemos generar caminos nuevos, superar esa crisis y abrir un camino nuevo para Argentina, para Brasil, para la humanidad.
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Preguntas a Leonardo Boff.
Frente a las instituciones
–Tenemos un desafío e relación a las estructuras e instituciones –pensando particularmente en la Iglesia católica: ¿qué lugar están llamadas a tener en este nuevo mundo? ¿Qué se puede esperar de esas estructuras que son parte de ese pasado? ¿Cuál es el rol que tenemos que pensar de esas instituciones?
Desde una perspectiva cristiana, tenemos que hacer una política no eclesiástica, una política laica. Rescatar la autonomía de los laicos que constituyen gran parte del pueblo de Dios, porque ellos pueden encontrar los caminos inspirados por el Evangelio.
Hubo un tiempo en que teníamos los dos oídos en dirección de la jerarquía de la institución, entonces los laicos nunca tenía autonomía ni autoridad, siempre dependientes, pero desde el Concilio Vaticano II se declaró la independencia de los laicos. Ellos no solamente se insertan en una Iglesia, sino que van creando Iglesia, inspirados en el Evangelio. Por encima de las jerarquías, por encima de los laicos está la práctica de Jesús.
Normalmente, el poder eclesiástico siempre se articuló con el poder político de las derechas. Ese poder político que nunca revoluciona, que siempre es status quo. ¿Por qué? Ya decía Hobbes en su “Tratado sobre el Poder” que todo poder llama a otro poder, se articulan entre ellos para ser fuertes. Con la Iglesia institucional no es diferente. Cuando yo escribí eso en mi libro Iglesia, carisma y poder, me llamaron desde Roma y me hicieron un proceso. El Papa Francisco dice: “hay muchos sacerdotes que tienen cara de vinagre”, “hay cardenales tristes como si fueran a su propio entierro”, “hay personas que les gustan los esqueletos y no el cuerpo vivo”. Nunca hablé así y el Papa Francisco lo dice con humor.
(Solamente un Papa argentino puede decirlo…¡un Papa jesuita… y un peronista! Digo eso porque él mismo ha dicho que es peronista. Me lo contó la presidenta Dilma –son muy cercanos el Papa y Dilma–. Le escribió una carta de apoyo en protesta por el golpe y le dijo: “Dilma, yo soy cuatro cosas: soy obispo de Roma, me han declarado Papa de la Iglesia universal, soy hincha de San Lorenzo y soy peronista”.)
Memoria, justicia, perdón y dignidad
–Quiero saber su mirada, en la parte espiritual sobre todo, porque hay un sentimiento que nosotros no podemos tener –aunque soy cristiana practicante–.Venimos sosteniendo 40 años de lucha continua por lograr justicia para nuestros 30 mil desaparecidos.No podemos perdonar, no olvidamos, estamos en contra de callar. ¿Qué opina desde su mirada? 40 años de nuestras vidas, casi toda nuestra vida, no logramos perdonar.
Entiendo que todos ustedes tienen una herida que sigue sangrando y que en el fondo nunca se cierra. Uno ve la dimensión trágica, dramática que tiene la vida. Los griegos han entendido muy bien la tragedia, mostrando que la tragedia es parte de la vida humana. Pero siempre ellos dicen que el ser humano no es un ser trágico, pasa por tragedias pero tiene capacidad de trascendencia. De dar vuelta la página, hacer un esfuerzo de ser más grande que sus dolores. Veo desde la perspectiva de Jesús, la posibilidad que va madurando la capacidad no de olvidar –porque eso no se puede olvidar–, pero que puede tener una altura, un espíritu de decir que el mal que han hecho va a volverse contra ellos.
Nosotros fuimos víctimas y uno que fue crucificado también fue víctima injusta. Cuando Dilma dice “fui torturada, casi me quebraron todos los dientes, pasé por un cáncer, pero el dolor más grande que siento es ser condenada de forma injusta”; ese es un dolor por la justicia, que nos queremos cobrar del Estado, de la sociedad, nunca dejar de cobrarla.
Incluso para honrar a los desaparecidos, tenemos que honrarlos con nuestra lucha y la justicia. Pero profundizando la fe cristiana, la oración, llega a un punto, donde decir como Jesús: “Señor, perdónalos porque no saben lo que han hecho”. Como los dominicos que han sido torturados y que al final dejaron un poema tan bello diciendo que perdonaban y pedían a Dios que nadie llegue a hacer lo que los torturadores han hecho contra ellos.
Ellos han querido vencerlos con la bondad, la capacidad de sufrir, de decir “aunque me tortures, y casi me matas, no dejas de ser un hermano mío”, eso los derrotaba a ellos. Lentamente, se puede llegar a una superación y esas llagas se pueden transformar en algo glorioso, en algo que te dignifique como persona, que te hace más grande que cualquier otra. Es una invitación, no es una imposición.
Quiero mostrar mi solidaridad contigo, con las Madres de Plaza de Mayo, con todos los que fueron víctimas y que tienen familiares que fueron secuestrados, torturados y asesinados.
Islam y capitalismo
–Soy musulmán, argentino, religioso. Usted dijo muchas cosas importantes, una de ellas es la mística de la política o de la justicia social. Soy un admirador de Hélder Câmara y él dijo: “Yo creo y tengo esperanza en el diálogo de las minorías abrahámicas: judíos, musulmanes y cristianos”. Y una vez leí en un reportaje que le hicieron a usted de Página 12 que había dicho que los musulmanes están en el frente de batalla contra el imperialismo. Quiero decir esto porque el imperialismo ha creado un monstruo que se llama Estado Islámico, que no es ni Estado ni islámico, pero que confunde a la gente, para luchar contra la verdadera fe de aquellos que están dando su vida para liberarnos de ese monstruo. Si usted dijo eso, me gustaría que nos explique un poco por qué lo dijo y si no lo dijo, solo reivindicar que un hombre musulmán está al lado de un cristiano de fe, de un judío de fe y de un agnóstico de buena voluntad y que estamos todos juntos porque es el enemigo en común, que no se diferencia cuando se trata de explotar a la gente.
El Pentágono tiene dos frases clave. La primera: un mundo, un imperio. El Papa contesta en su encíclica: un mundo y un proyecto colectivo. Segunda frase clave del Pentágono: cubrir todos los espacios. Por eso, tienen 200 bases militares y van a querer meter dos en Argentina: una de ellas en la triple frontera donde está el acuífero de agua dulce más grande del mundo, el acuífero Guaraní, están interesados en eso porque quien controla el agua, controla la vida, y quien controla la vida tiene poder.
Los musulmanes hacen un enfrentamiento directo al capitalismo y el Papa lo entendió muy bien cuando dijo en el avión, hace poco, volviendo de Polonia: “Los refugiados vienen a Europa porque los europeos estuvieron antes en África y les han robado todas las riquezas que tenían”. Y dice más, aunque no salió mucho en los periódicos, dijo que el más grande terrorista contra la humanidad es el capitalismo. Nunca antes había utilizado la palabra capitalismo. El más grande terrorismo es el capitalismo por las víctimas que hace. Los musulmanes han entendido esto. Escribiendo un libro sobre fundamentalismo dije ellos son decisivos para el futuro de la humanidad porque el corazón, que son las energías como el petróleo y el gas están ahí, ellos controlan eso. Pero no son invitados para nada, no se les pregunta qué destino vamos a darle a la globalización, son despreciados y oprimidos, no cuentan. Eso lo sienten ellos con amargura, “somos importantísimos para el sistema mundial y no tenemos nada”. Hay amargura, depresión y rabia que puede transformarse en grupos más radicales, en terrorismo. Así, más que mirar el terrorismo, hay que preguntarse por qué algunas personas sacrifican sus propias vidas, y cómo eso es una respuesta a una agresión primera. Eso hay que pensarlo y no sencillamente acusarlos, cuando ellos son víctimas.
«La VOZ no la necesito, se cantar hasta en silencio»…
–Sabemos que sos “fan” de Yupanqui. Quería pedirte que nos digas esa frase de Atahualpa que formulaste en una conferencia cuando tuviste que enfrentar al Santo Oficio, otrora Inquisición, y que nos cuentes un poco por qué esa admiración por Atahualpa.
Atahualpa es uno de los cantantes más grandes del mundo. Hace tiempo hice una romería, una peregrinación a su lugar en Cerro Colorado… me lancé como cantor cantando una canción de él porque es un indígena, es un poeta, es un cantor, maneja la guitarra como nadie. Piaff, cuando lo escuchó en París dijo: “tiene que dar un concierto aquí”. En Brasil no tenemos a nadie que sea semejante a Atahualpa Yupanqui. Cuando Roma me impuso el silencio, en una entrevista yo dije: “La voz no la necesito, sé cantar hasta en silencio”. Pero al cerrar la entrevista dije: “Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí, que no se quede callado quien quiera vivir feliz”
Todo aquél o aquello que cause daño (físico, mental, material, moral o espiritual) a todo Hombre o Mujer y de maltrato a la Tierra y a todo lo que ella contiene… atenta contra el mismo Dios Creador y Señor de todo lo visible e invisible. Sea de derecha, de izquierda o de cualquier centro: político, religioso, gremial, militar, económico o civil.