«Alcanza tus metas. Conquista tu cuerpo ideal. Gana miles de dólares trabajando desde tu casa. Sal de tu zona de confort. Sé la mejor versión de ti mismo. No te conformes con poco. Ve a por todas. Nunca pares hasta que lo bueno sea mejor. Y, hagas lo que hagas, no te olvides de ser feliz». Estas son tan solo algunos de los slogans que, bajo el nombre del llamado ‘pensamiento positivo’, inundan nuestro día a día. Coloridas publicaciones en las redes sociales nos recuerdan continuamente que la posibilidad de alcanzar el éxito personal está en nuestras manos y que, si aún no lo hemos conseguido, es porque no lo hemos querido lo suficiente. ¿Pero es esto cierto?
Son muchos, cada vez más, los profesionales que se muestran escépticos con este tipo de ideas. «El ‘pensamiento positivo’ y la idea de ‘autoayuda’ parten de la peligrosa premisa de que vos sos el único responsable de tu condición y que, en cierta manera, todo lo que te ocurre o te deja de ocurrir es únicamente tu culpa. Al hacer esto, el dinero llegará. Esto te dejará con una sensación de verdadera realización y crecimiento, donde celebras tus victorias. El problema llega cuando estos eslóganes motivacionales se utilizan para forzar a las personas a vivir en una especie de dictadura de la felicidad en la que, aunque todo vaya mal, lo importante es mantenerse positivos y seguir esforzándose con una sonrisa estampada en la cara.
Desmontamos las estrategias de venta, enganches emocionales ( engagemente se denomina en marketing) inculpaciones y fraudes de las promesas del “pensamiento positivo” y el negocio motivacional.
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Claro, la posverdad sintetiza (a modo de slogans o mantras que parecen mágicos) filosofías ancestrales y profundas como el Budismo, el Catolicismo o investigaciones como las de Jung, visualizaciones de maestras como Louise Hay…etc. Todo se generaliza y se lava, para arrojar recetas rápidas sobre los hombros del individuo. Bien de la mano de un proyecto económico político global neoliberal, del estado ausente, del sálvese quien pueda.
Y a la vez, dentro de cada.organización religiosa, etc, hay sectores q apoyan ese proyecto tan perjudicial para la felicidad, tan en contra de lo que en esencia predican.
Claro, la posverdad sintetiza (a modo de slogans o mantras que parecen mágicos) enseñanzas ancestrales y profundas como las d
el Budismo, el Catolicismo o investigaciones como las de Jung, visualizaciones de maestras como Louise Hay…etc. Todo se generaliza y se lava, para arrojar recetas rápidas sobre los hombros del individuo. Bien de la mano de un proyecto económico político global neoliberal, del estado ausente, del sálvese quien pueda.
Y a la vez, dentro de cada.organización religiosa, etc, hay sectores q apoyan ese proyecto tan perjudicial para la felicidad, tan en contra de lo que en esencia predican.