El título de esta publicación es el de un libro de Daniel Feierstein presentado en la última feria del libro. Uno más que se suma a una ola de advertencias de parte de investigadores e intelectuales sobre el avance de indicios fascistas en América Latina.
Acabo de terminar de leerlo y creo urgente y necesario difundir el análisis riguroso y muy documentado de este sociólogo. No puedo dejar de asociar la naturalización de estos rasgos fascistas a las negaciones a ver lo obvio que tenían los europeos previas al estallido Nazi de la segunda guerra mundial. Claramente uno de los rasgos del fascismo, muy estudiado por otra parte, es el uso del miedo y el odio como herramienta de captación de masas. Una estrategia comunicacional que se repite en todas sus manifestaciones es proyectar las frustraciones de la clase media empobrecida y agobiada, sobre un grupo social, racial, religioso, o político para involucrar a sus miembros en un escarnio cotidiano colectivo. Simplificar, reducir, inculpar y agredir a esos colectivos sociales, como lo hizo Hitler con los judíos, hoy son los planeros, los sindicalistas, los aborígenes, los inmigrantes o las feministas.
El discurso fascista no se discute, desconoce cualquier forma de pensamiento crítico, incluso cualquier confrontación con datos objetivos de la realidad, obnubila con el odio cualquier debate serio porque no apunta a la inteligencia o el discernimiento sino a las emociones, especialmente las reprimidas por ser socialmente incorrectas y violentas. Por esa vía genera una identificación con quienes usan un lenguaje violento, grosero, irracional, cínico y burlón, a través de un micrófono o publicacion, habilitando asi una enorme decadencia social y un empobrecimiento del pensamiento crítico indispensable para afrontar situaciones de crisis. Tal como sugiere Durán Barba que con esa estrategia logró el triunfo de Mauricio Macri.
“El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando odio hacia el candidato ajeno. Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política”. No hay que educar a la gente, el rol de los medios es fundamental .El reality show venció a la realidad” Durán Barba (Libro “El arte de ganar”)
Me ha resultado muy esclarecedor comprender que no todo lo que hoy se tilda de fascismo lo es. Que la sociedad argentina no tuvo nunca, como hoy, un permiso social público para tales discursos fascistas. Que la dictadura, con todas sus prácticas aberrantes, no fue fascista y que no es lo mismo ser autoritario que fascista. Me parece fundamental no banalizar el concepto en un uso inadecuado porque embarrando la cancha se pierde de vista el huevo de la serpiente.
El libro trae ejemplos clarísimos de prácticas sociales que van “probando mercado” para el uso del odio (lamentablemente “garpa”). Hoy se escuchan cosas que hubieran sido intolerables en un comunicador una década atrás y se potencian en las redes sociales frente a la lectura de miles y miles de ciudadanos silenciosos que, como en mi caso, nos sentimos extraños en nuestra propia sociedad. ¿De dónde sale esta horda de bajezas? ¿Cómo es que la sociedad las tolera y las premia con el rating o con el voto?
Bueno…. una buena noticia es que hay respuestas, al menos intelectuales, que dar. Sugiero conocerlas. Una comparación con otros brotes históricos de fascismo, nos permite ver cómo y cuándo éste se articula, desarrolla y se impone con la complicidad, incluso, de quienes creemos que el fascismo es una mala palabra.
Daniel Feierstein es sociólogo y doctor en Ciencias Sociales por la UBA. Profesor titular de la cátedra Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas en la Facultad de Ciencias Sociales Director del Centro de Estudios sobre Genocidio y de la Maestría en Diversidad Cultural. Es experto independiente por las Naciones Unidas para la elaboración de las Bases de un Plan Nacional de Derechos Humanos argentino.