Del lado que brilla, hay muchísimo por decir. Pero la mayoría sí sabe ver esa cara de la luna. Por eso las palabras que siguen buscan describir los cráteres y porosidades del lado oscuro, aquel que le da la espalda a la mirada.
.Cansancio, agotamiento extremo, sin poder aprovechar las naturales barreras que separan el día y la noche.
Tensión, sobrecarga -física y mental-, frustración.
Aislamiento, pasando las mañanas, días y noches con el/la bebé/niño. Soledad y, paradójicamente, ganas de estar sola.
Irritabilidad, mal humor, enojos, llantos, desgano e impotencia, en la misma extraña montaña rusa en la que los picos son de plenitud, alegría y gratitud.
Desorientación, angustia y pérdida del sentido más allá de la maternidad, desdibujándose las otras dimensiones de la vida.
Ambivalencia en cuanto al deseo de criar y, por esto, culpa, mucha, de la injusta y la que lastima..
¿Qué hacer con todo esto?
Reconocerlo, sí, pero no tener que pedir ayuda. Mejor, recibirla de quien ya aprendió a mirar el lado oscuro de la luna.Este sábado en Galilea charlamos sobre este tema con Lucas Raspall Médico psiquiatra y psicoterapeuta. Profesor. Divulgador científico. Conferencista internacional. Escritor de varios libros entre otros: Lo que necesitan los niños; Si hay suelo, no hay techo; UN JUGUETE LLAMADO MENTE….