*DE CASA EN CASA*
*«Los sueños de Aquel Galileo, siguen ardiendo todavía…»*
“Maestro, que pueda ver”. Mc.10
El Evangelio de este fin de semana nos presenta a Bartimeo, este ciego de nacimiento sentado al borde del camino y su encuentro con el Galileo.
La fe de Bartimeo se refleja en su oración., llama al Señor “Hijo de David”, o sea, lo reconoce Mesías, después lo llama por su nombre, con confianza: “Jesús”.
No tiene miedo de Él, no se distancia. Y así, desde el corazón, grita al Dios amigo todo su drama: “Ten compasión de mí”. ¡Solo esa oración “ten compasión de mí!”.
No le pide una moneda… A Aquel que todo lo puede, le pide todo. A la gente le pide unos centavos, a Jesús que tiene poder para realizar todo, le pide todo. No pide una gracia, sino que se presenta a sí mismo: pide misericordia para su persona, para su vida.
No es una petición insignificante, pero es muy bella, porque invoca piedad, o sea, compasión, la misericordia de Dios, su ternura. Jesús: quereme, Jesús: abrazame, Jesús: amame, como sólo vos sabes amar…
Ir a descargar