Procastinar: Postergar actividades por otras acciones gratificantes que no son beneficiosas. Algo obvio: ha sido un año difícil… dicho una y otra vez….. y por decirlo vamos tomando conciencia, siempre lentamente, de todo lo que implicó en cada nivel de nuestras vidas. Como si las palabras pudieran exorcizar las pérdidas, los terremotos internos y externos, que generó la pandemia. No fueron todos derrumbes. Se cayó parte de la arquitectura de la vida pero emergió un mundo de desafíos y creatividad. Ejemplos sobran… sólo de muestra todas las actividades que hicimos por video. … Distingamos lo mucho que nos necesitamos unos a otros. Cerrar una etapa siempre mueve logros y frustraciones. Por mucho que tratemos de relativizar el calendario, está en nuestro inconsciente la fuerza evaluativa de una año. Se respira en el ambiente y hace bien. Somos seres espiralados. AVANZAMOS DANDO VUELTAS. A veces creemos que descendemos, pero en realidad estamos avanzando en la bajada hacia un nuevo nivel superior. Los ciclos son un paliativo de la angustia de lo irreversible del tiempo, nos permiten cerrar puertas y tener nuevas oportunidades de abrir otras. Sin embargo, hay algo de la repetición que puede convertirse en un infierno: las postergaciones. Han recibido el nombre de procastinación y son una verdadera pandemia….Ni concretar, ni soltar. Patear para adelante. Vivir en un futuro imaginario donde haremos lo que se puede, se debe, se espera ser hecho hoy o POR LO MENOS INICIARLO. Un verdadero divorcio con el tiempo presente. Una pobre e ilusoria manera de engañarnos que, además, puede tener costos emocionales y existenciales altísimos. San Agustín, en sus célebres” Confesiones” describe ya en el siglo IV con gran sencillez este padecimiento de su alma :«¡Venga, ahora, ahora!». Pero cuando estaba a punto… me detenía en el borde. Era como si los viejos placeres me retuviesen, diciéndole bajito: «¿Cómo? ¿Es que nos dejas? ¿Ya no estaremos contigo, nunca, nunca? ¿Desde ahora ya no podrás hacer eso… , ni aquello? ¡Y qué cosas, Dios mío, me sugerían con las palabras eso y aquello!». Los placeres seguían insistiéndome: «¿Qué? ¿Es que piensas que vas a poder vivir sin nosotros, tú? ¿Precisamente tú…?». Hasta cuándo —se preguntaba—, hasta cuándo, mañana, mañana! ¿Por qué no hoy? ¿Por qué no ahora mismo y pongo fin a todas mis miserias?». Resalto la pregunta del gran maestro y te la transfiero….. ¿Hasta cuándo mañana… mañana? ¿Dónde resuena? ¿Qué escena te sube a la cabeza con tenaz insistencia?¿Por qué postergamos lo que sabemos reclama verbo, acción y no ficción? ¿Qué fuerzas ocultas nos retienen en el hábito de posponer hasta crearnos serios problemas? Antes de planificar el año o hundirnos en la tristeza de lo que se repite, abordemos este sustrato estéril que desnutre nuestra vida, nuestros esfuerzos. Este sábado en Radio Galilea te esperamos con la propuesta de desarmar el reloj de la procastinación “NO DEJAR PARA MAÑANA LO QUE PUEDES HACER HOY”
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