Narayanan Krishnan, el chef de los pobres
El joven Narayanan Krishnan estaba destinado a ganar premios como cocinero mientras trabajaba como chef en un lujoso hotel en Suiza.
En uno de sus viajes para ver a su familia, en su ciudad natal de Madurai en la India, Narayanan tuvo una experiencia que cambiaría su vida para siempre. Se encontró en la calle con un señor muy anciano que por falta de comida estaba comiendo sus propios excrementos.
Esta experiencia transformó la vida de Narayanan: tras alimentar a aquel hombre, abandonó su trabajo y se quedó en la India para fundar en 2003 la ONG Akshaya Trust. Desde entonces ha servido más de un millón de comidas a las personas mayores y con discapacidad mental, abandonadas por sus familias en las calles de Madurai.
Cada día Narayanan se levanta a las 4 de la mañana y recorre la ciudad de Madurai junto a su equipo, sirviendo unas 400 comidas diarias.
Narayanan gastó todos sus ahorros en lanzar el proyecto, no tiene salario y duerme con su equipo en la cocina en la que trabajan.
Sus padres tardaron un tiempo en aceptar la idea de que su hijo abandonara su prometedora carrera como chef internacional, para dedicarse a cocinar para los hambrientos de la ciudad. Pero el día que su madre le acompañó a hacer su ronda y vio lo que su hijo estaba haciendo, le dijo que mientras que él estuviese alimentando a aquellas personas ella le alimentaría a él.
El sueño de Narayanan ha sido construir un edifico para dar cobijo a la gente de la calle, durante 7 años ha luchado para conseguir la financiación necesaria, y por fin, el 9 de Mayo del 2013 el edificio ha sido inaugurado.
Narayanan dice sentirse muy feliz, siente que lo que está viviendo no es un sueño, es más que eso, es su alma. Dice que las personas a las que alimenta todos los días son la energía que le mueve a vivir y que atenderles es el propósito de su vida.
La vida de Narayanan es todo un ejemplo de compasión hacia los demás seres humanos, pero en lugar de pensar en él en los términos habituales, como una persona especial, podríamos verlo desde el punto de vista de alguien que disfruta y se siente conmovido con lo que hace; desde un egoísmo honrado y maravilloso, en el que un ser humano, debido a la dicha y el sentido que su labor le reporta, se entrega totalmente a ella.
Quizá Narayanan no sea un héroe, quizá sea un ser humano que ha encontrado un camino con sentido para él y que se ha entregado completamente. Quizá ese camino esté abierto para todos nosotros, quizá no con actividades tan llamativas como las de Narayanan, pero con otras igual de importantes; actividades que llenen nuestra existencia de sentido y de ganas de vivir.
Demasiadas veces nos resignamos ante la sensación de no saber cómo hacer una contribución a la vida de los demás, y quizá tengamos esa opción más cerca de lo que creemos y solo necesitemos ver dónde podemos hacer una diferencia significativa en la vida de al menos una persona. Puede que con eso sea suficiente, que cada uno de nosotros haga una diferencia significativa en la vida de una sola persona.