*DE CASA EN CASA*
*«Los sueños de Aquel Galileo, siguen ardiendo todavía…»*
Seguimos acompañando a Jesús, en el camino hacia Jerusalén, con sus discípulos. Continúa la enseñanza de lo que es fundamental, para poder ser un verdadero seguidor del Maestro.
Algo que está claro es la capacidad del Maestro para ver lo que pasaba a su alrededor. Tenía una mirada que lo abarcaba todo. En este fragmento del Evangelio de hoy, lo vemos dirigir su mirada hacia adelante, hacia su propio futuro. Y lo hace sin poner paños calientes, asimilando lo que ve, sin excusas y sin querer escapar. Sabe que será acusado falsamente, entregado a las autoridades, y, al final, morirá.
La mirada de Jesús tiene un alcance distinto a la mirada de los hombres. Él va al fondo, a lo profundo: “ser servidor de todos”; “el que acoge a un niño acoge a Dios”.
A los ojos de Dios, el más grande es quien más se parece a Cristo, que se hizo servidor de todos.
Para que sea más claro, para que no queden dudas, hace un gesto que llama la atención, poniendo a un niño en el centro. Es un símbolo del ser frágil e indefenso, que necesita protección y cuidado.
Saberse frágiles, limitados, queridos. Identificarse con los pequeños, como hace Jesús, nos permite entender qué significa eso de servir y de ser el primero, siendo el servidor de todos.
De la mano del P. Pedro y nuestro Chef Mariano Navarro, te esperamos para compartir buenas, bellas y verdaderas propuestas del Reino….
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