“….De sus entrañas manarán ríos de agua viva”» Jn 7,38
La fe nos conduce, en un mismo dinamismo, a nuestras entrañas y a las de Dios. Una delicia atravesar esos desiertos, esos silencios, con la sed de belleza a cuestas y oír el murmullo del agua que preanuncia la vida en abundancia…Ésa que al beberla, ya nunca más volveremos a tener sed. Para animarnos en semejante aventura un baqueano de los caminos: ( aunque a él no le guste y me rete) el Padre Diego de Jesús, Prior del Monasterio Cristo Orante.
Si abrimos la puerta de esta tradición tal vez encontraremos el verdadero nombre de la rosa que andamos buscando.
Les dejo un escrito que da cuenta de lo que perdura en el silencio de un monasterio donde tendremos la posibilidad de entrar mañana, en puntitas de pie….
“Los monjes casi inadvertidamente construyeron Europa.
Su aventura es principalmente, cuando no exclusivamente, un asunto interior.
Nos mueve la sed: sed de Absoluto, sed de otro mundo, sed de Verdad y Belleza.
La Liturgia alimenta esta sed haciéndonos volver los ojos a las cosas eternas; y de allí que el monje se convierta en un hombre que tiende con todo su ser hacia esas realidades que no pasan.
Los Monasterios, los antiguos y los nuevos, son ante todo manos levantadas en silencio al Cielo.
Luego, tras eso, podrán también ser academias de ciencias y cunas de civilización.
Pero en primer lugar son el obstinado e irreductible recordatorio de que hay otro mundo, del cual este mundo es sólo su imagen, anuncio y profecía.
Esta es la tarea a la que nosotros, los monjes, estamos llamados. Hoy, como hace dos mil años”. (Dom Gerard Calvet, OSB).
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LA BELLEZA nos conecta con DIOS… COMO NO VA A SER ESPECIAL «EL MONASTERIO DEL CRISTO ORANTE» si allí todo se conjuga… PAZ, SILENCIO, ARMONIA…