Cómo es nuestro lenguaje en nuestros vínculos cotidianos? Cómo nos vinculamos con otra persona cuando sentimos mucho enfado y dolor? ¿Qué hacemos cuando estamos en pleno desacuerdo con los argumentos planteados? ¿Cómo respondemos a la angustia y desesperanza de alguien a quien queremos ayudar? ¿Cómo planteamos peticiones en reuniones de trabajo?
Estos interrogantes ilustran algunos de los escenarios planteados cuando hablamos de Comunicación Violenta. Mientras aprendemos a identificar nuestras propias formas de actuar que aumentan el conflicto y la des-conexión, podemos educarnos para estar presentes de un modo que potencie la armonía y la cooperación, y que nos ayude a responder a nuestras necesidades creando vínculos y una comunicación no violenta.
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