Madre Teresa: una revolución de amor.
Como esas verdades eternas que resisten los cambios y la historia, la emergencia de este carisma en la humanidad es un clamor de Dios para rescatar lo que nos constituye como humanos. El amor encarnado en presencia, ternura, sobriedad, transparencia y humildad. Amor de Dios que sin duda se manifiesta materno en estos tiempos de orfandades, que habla por los cuerpos más que por las abstracciones, que deja a su paso un aroma a » No tengas miedo, acá estoy»
Eso fue ella. La madre de todos pero siempre de cada uno.La abuela que por ser madre multiplicada conoce los pliegues de las necesidades pequeñas, apremiantes, siempre subestimadas por los palabreríos que tanto encandilan en este agotado enjambre de retóricas huecas.
La madre Teresa nos ofrece un rostro anciano de Dios. ¿Quién podría temerle a esa mirada chispeante de abuela que sabe?
¡Salve Teresa : Qué lindo saludarte en el día de tu nacimiento a la eternidad!
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