En la oscuridad del mar un faro ofrece tres principales y positivas cualidades: luz, solidez y permanencia. Es una torre firme y segura que emerge sólida sobre la roca y al destacarse por encima de todo, se convierte en referencia sosteniendo su misión contra viento y marea.
El patriarca en una empresa familiar es como un faro en la noche del océano. Al mirarlo, todos saben lo que tienen que hacer.
Suelen ser personas muy emprendedoras, con mucho impulso, tenaces; asumen riesgos, producen, dirigen, compiten, se estimulan a sí mismos, construyen espacios de poder y jerarquía. Tienen una visión clara de su negocio y disfrutan mucho lo que hacen. Se enfocan al logro, por eso son persistentes en el camino del éxito.
Crecen, protegen lo suyo y deciden situaciones. Son perspicaces ante la amenaza y saben cuándo no hay que avanzar en una dirección. Son jueces de la vida tanto en la familia como en la empresa. Un patriarca da seguridad no sólo porque es proveedor de recursos económicos a la familia, también porque marca un norte dando orden a la organización. Son conquistadores de metas, hombres de acción decisiva, creadores de alianzas. Tienen una disposición natural para aprender de la experiencia con un curiosidad e inventiva que les permite crecer desde abajo, muchas veces con escasos recursos iniciales y llegar a la cima. ¡Cuántas luces!..
Pero no todo es lo que parece en el patriarcado. Aquellas tres cualidades del faro suelen esconder tres contrastes peligrosos para la familia, la empresa y para el mismo líder. ¿Por qué?
Porque a la luz se le oponen sus propias sombras,
El lic Eduardo Cucinelli es asesor de Empresas Familiares .Autor del libro “La Tribu Empresaria” Titular de la Fundación Efeso. Hoy está con nosotros en Radio Galilea para hablar del tema
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