Donde tengas la mirada tendrás tu corazón

Hay personas que han ubicado su mirada existencial hacia arriba…

No me refiero al arriba del cielo sino del mundo. El arriba del dinero, el arriba del prestigio, el arriba del poder, el arriba de la ciencia, el arriba de la razón. Tienen miles de argumentos para clavar allí su mirada: crecer, progresar, soñar nuevas metas, mejorar, alcanzar…Son rejas en torno suyo muy difíciles de abrir porque son argumentos legítimos, ciertos y humanos. Tenemos un impulso a las alturas….un instinto de conquista que no conviene reprimir. Pero en esta cultura incendiada por el recalentamiento del éxito y la vana-gloria el que se tira en esa corriente puede no salir más y encontrarse un día en el país de los placeres convertido en un asno, como Pinocho y sus amigos. Hay esperanza…pero es difícil, tan difícil como pasar un camello por el ojo de una aguja. 


Hay una alerta sencilla para detectar cuando comenzamos a correr hacia la meta y nos olvidamos de vivir: dejamos de saborear el pan (todo lo que tengo) de cada día. El pan de mis ambiciones tiene el poder de hacer desaparecer el pan cotidiano. Por lo tanto no me nutro, ni alimento a nadie, no hay espacio para la vida porque esta solo existe en el presente y yo estoy intoxicada de futuro.


Es muy difícil y complejo desarticular las artimañas del tentador de deseos en una sociedad que se sustenta en el consumo…con parlantes permanentes para repetirnos a cada instante que la felicidad está ALLÁ en vez de ACÁ. Es difícil porque no se puede ni se debe dejar de soñar y tener ilusiones porque somos buscadores de sentidos…somos historia y la mirada se nos levanta sola hacia el horizonte llenándonos de ansias. 


En ese tesoro tan exclusivamente humano clavaron sus anclas los Titanic de las ideologías embriagándonos de ilusiones. No es menor la señal de que este barco magnífico fue derrotado por un gran bloque de hielo….No es menor el hecho de que no pudo esquivarlo por ir a toda máquina.


Los exitosos fracasados refieren que sienten en sus almas un frío insoportable. Sus bodegas llenas de logros naufragan en el mar helado del vacío. Cuando alcanzan lo que buscan rápidamente dejan de saborearlo y aunque sean mentalmente agradecidos y expresen reconocimiento hacia lo que tienen, la máquina sigue a todo vapor sin disfrutar del paisaje.


La Parábola del Banquete tiene un gran mensaje para esta tendencia nuestra a ubicar nuestra mirada en el éxito del mundo, pero eso se los comparto mañana. Hoy podemos quedarnos observando nuestros pensamientos para saber realmente dónde pusimos el tesoro de la vida…ALLÁ o ACÁ.

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