Me van llegando historias de pibes volviendo a las aulas.. La escuela se parece a un hospital de campaña donde llegan, después de una durísima batalla, algunos pibes y familias mal heridos algunos vuelven como zombis, otros invictos y fortalecidos y otros no vuelven más…No faltan los que se peguntan si la escuela tiene sentido y si no es más barato y cómodo remplazarla por la pantalla.
Podría montarme a la pedrea de acusaciones que revolean imputaciones por las redes y los medios y culpan a los docentes o a las autoridades, o a los adultos o a la vida. Hay un verdadero enchastre de indignaciones.. y tiene rating nutrirlas. Yo prefiero decir que estamos ante un enorme duelo. Todos, quienes más quienes menos, hicieron lo que pudieron y no alcanzó. NO ALCANZO!!!! Ni para salvar vidas queridas, ni para evitar penas, ni para sostener a los pibes.
¿Qué problema hay en aceptar que la pandemia pasó superando nuestras posibilidades? ¿Qué aporta seguir buscando culpables ante un fenómeno que desborda por todos lados?Prefiero pensar que llorar juntos es el mejor remedio para esta pena, y tal vez los pibes necesiten que la escuela les enseñe a llorar. Llorar los muertos, las soledades profundas, las impotencias, los abandonos, los amigos, la fiesta de egresados ufff tantas cosas. Es sabio llorar cuando hay pena, y la escuela es buen andén para la sabiduría. ¿A quién se le ocurre hablar de Modos Verbales cuando no puedo conjugar el verbo sentir? ¿A quién se le ocurre hablar de sumas cuando toda el alma viene de restas?
Los pibes vienen deshilachados!!! (Y los docentes también) y la escuela es el telar donde enhebrar esas hilachas de vida para volver a ser un tejido de sostén que le devuelva brillo a la vida. Para eso hay que apelar a otros recursos emocionales y espirituales que no están en la currícula. El primero de ellos es permitirse duelar lo que no pudimos, lo que se nos hundió a pesar de vivir dos años achicando el agua del bote. La quita pena comienza por reconocer que la pena está y a dejarla hablar.
Que se mezclen las lágrimas con el canto de la Aurora y se reconozca el ala quebrada de “la patria mía” Incluir en las listas a los que no están, hacer fogatas para entibiar el alma, pasar largo tiempo mirándose a los ojos hasta alcanzar la certeza de que solo el amor consigue encender lo muerto. Hacer rondas de historias tristes, graciosas, duras y tiernas como la vida. Abanderarnos de sobrevivencias, gritar las rabias para que no se enreden con los sueños, pintar las paredes de manos extrañadas, y el piso de pisadas no dadas. Inventar ritos para exorcizar la memoria del dolor; ese es el rol de la escuela quita pena.
Este sábado en Radio Galilea charlamos sobre la situación de los pibes post pandemia. Ellos cuentan sus vivencias describen sus duelos y logros. También nos acompañan dos profesionales sensibles y comprometidos cuya mirada nos enriquece enormemente a la hora de tejer una red de sostén psico- social y pedagógico:Lic Liliana Gonzalez. Escritora, columnista y conferencista. Psicopedagoga especialista en clínica de niños y adolescentes. Autora de 10 libros los últimos “Volver a mirarnos” y “Tiempo de Conversar”Lic Juan Jose´Brusco psicólogo y profesor superior. Experto en educación socio comunitaria. Director y docente en escuela de periferia en la ciudad de Santo Tomé.
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