La incertidumbre, la mayoría de las veces y sobre todo en ámbitos relevantes de nuestra vida personal y/o profesional, suele ser incómoda (por decirlo suavemente). En cambio, tener “percepción de control” en áreas importantes de nuestra vida nos aporta una seguridad tan adictiva como “ilusoria” (en la mayoría de las ocasiones).
Resulta curioso comprobar como ante una iniciativa propia o ante una decisión a tomar, nos ponemos en función del nivel de “percepción de control” que tengamos sobre el resultado, algo que si lo miramos en perspectiva tiene un matiz bastante absurdo ¿o a caso puedes GARANTIZAR AL 100% dónde vas a estar dentro de media hora? Como mucho puedes hacer una previsión, pero en ningún caso podrás “garantizarlo”. Aún así, somos adictos a esta expectativa de seguridad.
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Una cosa es ser “reactivo” y otra ser “Master del Universo”
Pensar que no tienes control sobre tus iniciativas, tus decisiones, etc.; creer que son las circunstancias las que te marcan el camino; asumir que tus experiencias familiares/escolares/sociales te hicieron como eres y que tus acciones son el resultado de todo ello; o en el más radical de los casos, considerar que tu carga genética puede estar condicionando definitivamente tu manera de comportarte y actuar, son pensamientos que definen el “estilo reactivo” ante la vida. Un estilo que nos avoca a ser una pelotita de ping-pong rebotando en las aristas de tus circunstancias y tu manera de ser, sin opción de respuesta alguna.
Evidentemente, las personas somos algo más complejo que el resultado de la suma de nuestras circunstancias, nuestra educación, nuestras experiencias y nuestra carga genética, de manera que algunas veces consciente y otras inconscientemente, siempre tenemos la opción de “tomar parte” activa en nuestra propia vida.
Esto es, quizás no puedas cambiar el escenario de tus circunstancias pero siempre tienes la opción de elegir qué respuesta le vas a dar, y cómo quieres afrontarlo y vivirlo, bases de lo que configura el “estilo proactivo” ante la vida.
Ahora bien, entre no vivir reactivamente y creernos los Masters del Universo hay un trecho.
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La macabra estrategia del “si quieres puedes”
En demasiadas ocasiones, con la idea de no victimizarnos y con la aparentemente sana intención de tomar “el control” de nuestra vida, alentados por las corrientes de pensamiento positivo que saturan nuestra existencia (desnaturalizando todo lo positivo que pudiera tener ese pensamiento), adoptamos una “proactividad ficticia” en la que llegamos a considerar que todo depende de nosotros mismos, algo así como la doctrina del “si quieres puedes infinito”.
Cuando conectas con esta idea, la sensación de dominio de uno mismo es altamente liberadora. Inspiradora. Es como si dejaras una pesada mochila atrás para comenzar a vivir tu vida de una vez por todas. Así que ¡por fin! “tú eres responsable de tu propia vida”… pero ¡ojo!, porque si tu vida no se convierte en lo que tú has elegido acabarás convirtiéndote en “el culpable de tu propia vida”, volviéndose entonces todo demasiado introspectivo, denso, y envolviéndonos en una espiral hacia dentro en la búsqueda de soluciones para todos nuestros males y padeceres. Básicamente, hemos cometido la cagada de pensar que todo depende de mí.
Al final, la autoayuda actuó como la soberbia, y la soberbia convirtió mi responsabilidad en culpabilidad.
Lo jodido es que ahora, llegados aquí, probablemente ya se me haya olvidado de echar la “culpa” a nada o a nadie, así que me la tengo que tragar toda. Bueno no, no,…perdón, “culpabilidad” no, donde puse “culpabilidad” quise decir “responsabilidad”(aunque en este punto tengan idéntico olor y sabor).
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Considerar todas las variables
Ser una persona proactiva, responsable de tu vida y decisiones, que asume y afronta sus escenarios de la mejor de las maneras no significa ningunear nuestros contextos y nuestras circunstancias.
La proactividad está entre ‘la reactividad’ y ‘la temeridad’, es una especie de punto medio “emocionalmente inteligente”, conformado por nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestra responsabilidad y tomando consideración todas las variables (internas y externas).
Nuestro “ecosistema emocional” somos nosotros, nuestras circunstancias, y todas las persona con las que compartimos la vida, y actuar con “ecología” implica aceptar y responder a este ecosistema en toda su extensión, como el ser humano en la naturaleza: podrá destruirla, mejorarla, conciliarse con ella… pero nunca dominarla.
Además, ningunear nuestras circunstancias es también ningunear nuestras competencias, la ecuación “(todo depende de mí) x (si quieres puedes)” no te permitirá calibrar tus potencialidades de una manera adecuada alejándote de tu realidad y sumiéndote en una ilusión de control.
No necesitamos control, necesitamos confianza
No es control, tener control es una ilusión. Creo que se trata de tener confianza, confianza en uno mismo y en nuestras respuestas. Y la confianza solo se genera a través de la seguridad que seamos capaces de proporcionarnos siendo constante con nuestros valores, y transformándolos en respuestas.
En definitiva, será nuestra coherencia la que nos hará libre y nos permitirá considerar todas las variables desde nuestro propio enfoque.
.No se trata de ser el héroe de tu propia vida… se trata de ser tú mismo, es sencillo (pero complejo).
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