Ángeles Furlani, magíster en Doctrina Social de la Iglesia y miembro de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). VIVE EN MENDOZA
Ir a descargar«En su video-mensaje a la Conferencia Internacional del Trabajo, del pasado jueves 17 de junio, el papa Francisco, en el párrafo dedicado a los empresarios, se refirió al derecho de propiedad privada. Dentro de los 27 minutos que duró su mensaje, dedicó solamente 30 segundos a este tema. Sin embargo, sacándolo de contexto, ha pasado a ser titular de varios medios de comunicación su referencia a la propiedad privada como derecho secundario. ¿Secundario de qué? Del destino universal de los bienes, uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia», expresó en el comienzo de su columna titulada «Nada nuevo».
«Aunque ocurra de nuevo, no hay nada nuevo: ni el ataque al papa Francisco, ni el texto sacado del contexto, ni la enseñanza de la Iglesia, ni nuestro compromiso social, ni nuestra vocación empresaria».
«Respecto al papa Francisco, no es necesario hacer mucho esfuerzo para observar las permanentes distorsiones que sufre su mensaje, especialmente en nuestro país; después de todo, nadie es profeta en su tierra», reconoció.
«Dice una frase que el texto sacado del contexto sirve solo de pretexto. Pretexto para forzar el sentido del mensaje, pretexto para confundir a la opinión pública», advirtió.
«No es nuevo lo que dijo el papa Francisco. Se trata de una antigua y tradicional enseñanza de la Iglesia Católica. Basta consultar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, o el Catecismo de la Iglesia Católica, para poder corroborarlo».
«En el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, desde los puntos 176 a 181, se expone la relación entre el destino universal de los bienes y la propiedad privada. Y más específicamente, en el punto 177 ‘La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e intocable: Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinada al derecho al uso común, al destino universal de los bienes.’ Y, en el punto 178, también relaciona a la propiedad privada con el bien común, otro principio de la doctrina social de la Iglesia. ‘La enseñanza social de la Iglesia exhorta a reconocer la función social de cualquier forma de posesión privada, en clara referencia a las exigencias imprescindibles del bien común'».
«En el Catecismo de la Iglesia Católica, la relación entre el destino universal de los bienes y la propiedad privada se expone desde los puntos 2402 a 2406. Especialmente en el punto 2403 se indica que ‘El derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio'», expuso la especialista.
En ese sentido, reflexionó: «Ahora bien, cabe preguntarse en qué consiste el destino universal de los bienes. Con este principio de la doctrina social de la Iglesia se afirma que los bienes de la tierra están destinados al uso de todos los hombres para satisfacer su derecho a una vida conforme con la dignidad de la persona y a las exigencias de la familia. En efecto, ‘Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa, bajo la guía de la justicia y de la caridad’ (Gaudium et spes, 69). De lo que se deriva que el derecho a la propiedad privada, en sí legítimo y necesario, debe ser circunscrito dentro de los límites impuestos por su función social».
«En muchos documentos de la Iglesia encontramos referencias a este principio del destino universal de los bienes y a la propiedad privada. Leon XIII en la Rerum Novarum lo expresa en el punto 6 al decir que Dios ha dado la tierra para usufructuarla y disfrutarla a la totalidad del género humano, lo que no se opone a la propiedad privada ya que no deja por ello de servir a la común utilidad de todos. Pío XI en su carta encíclica ‘Quadragesimo Anno’, expresa en el número 45 que el derecho de propiedad tiene un doble carácter: individual y social. Este último se refiere a que los medios que el Creador destinó a toda la familia humana sirvan efectivamente para tal fin. Juan XXIII en su carta encíclica ‘Mater et Magistra’ afirma en el número 43, que el derecho a usar los bienes materiales para sustento tiene que ser estimado como superior a cualquier otro derecho de contenido económico, incluso al de propiedad privada ya que éste no puede ser obstáculo para que los bienes creados lleguen con equidad a todos. Pablo VI en el número 22 de su carta encíclica ‘Populorum Progressio’, nos dice que la creación entera es para el hombre, quien tiene que valorizarla y perfeccionarla poniéndola a su servicio. Si la tierra está hecha para procurar a cada uno los medios de subsistencia y los instrumentos de su progreso, todo hombre tiene el derecho de encontrar en ella lo que necesita, es decir que los bienes creados deben llegar a todos en forma justa. Todos los derechos, comprendidos los de propiedad y comercio libre quedan subordinados al destino universal de los bienes. Y agrega en el punto 23 que la propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario».
Finalmente, expresó: «Podríamos seguir citando, pero está claro que la Iglesia no niega el derecho a la propiedad privada, sino que entiende que es la manera de establecer un orden, pero un orden que no puede ir en contra de ese destino universal de los bienes».
«Los empresarios cristianos, somos ante todo cristianos con vocación empresaria. Socios, directivos, profesionales, ejecutivos y emprendedores cristianos, que reconocen, aceptan y asumen su compromiso social, para hacer un uso adecuado de la propiedad privada, poniendo al servicio de la comunidad fuentes de trabajo genuino. Después de todo, la misión que tenemos en este mundo es la generación de riqueza al servicio de todos. Tal como lo ha dicho el Papa Francisco en su reciente mensaje, al expresar que ‘Recuerdo a los empresarios su verdadera vocación: producir riqueza al servicio de todos. La actividad empresarial es esencialmente «una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos. Dios nos promueve, espera que desarrollemos las capacidades que nos dio y llenó el universo de potencialidades. En sus designios cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye fomentar las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. Siempre, junto al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso» (Fratelli tutti, n. 123). A veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes’.»
Y recordando a Enrique Shaw, fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), citó: «Debemos crear trabajo… y cuanto más eficiente sea nuestra labor, más recursos tendrá la Providencia para repartir entre pobres y necesitados».+