“Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la destrucción. Mucha gente toma ese camino. En cambio, la puerta que lleva a la verdadera vida es muy angosta, el camino muy duro y sólo unos pocos lo encuentran” (Lc 13:24)
Ir a descargarMe encanta reciclar palabras, pulirlas para que recuperen su brillo y barnizarlas con los colores de mi hoy. Especialmente las que fueron palabras coronadas de poder durante siglos y hoy son la cenicienta del lenguaje, como un “gallo desplumado con el cuero picoteado”- Hay que andar bastante camino para recuperar las viejas palabras mandadas al galpón de trastos viejos
Una de ellas es la palabra “Tentación”
¿Quién usa hoy esa palabra para designar el deseo de realizar una acción inmediatamente agradable pero probablemente dañina a largo plazo?
Tan asociada al diablo, la tentación, quedo encerrada en una cárcel del medioevo. Sin embargo lo que se proponía iluminar son las trampas; los simulacros, las elecciones imprudentes o cómo algo que sabe dulce en la boca se transforma en amargura apenas pasa por la garganta.
En la sociedad del simulacro (como le llama Baudrillard a nuestra cultura), el arte de “tentar” se estudia en la universidad, tiene rango académico y está entre los más demandados. Tentar es manipular el deseo de otro o ceder a la ilusión mágica de que por fin el sapo se convertirá en príncipe, el espejo me dirá que soy la más hermosa, encontraré el pie que calce en mi molde de cristal o llegará el valiente caballero que me despierte del tedio de 100 años de soledad. Por decir en cuentos.
Se pagan en dólares los entrenamientos para tentar a otros a que hagan lo mismo. Curioso que la época más “tentadora” de la historia, haya borrado la palabra de la jerga cotidiana o la haya dado vuelta como una media: “tentaciones” suele ser hoy metáfora de delicias sexuales o reposteras y luce confundida en carteles de ambas ofertas.
El texto evangélico del próximo domingo de cuaresma puede inducir un viaje hacia adentro de nuestros espejismos e invitarnos a seguir a Jesús por el camino de la verdad desnuda y amarla.
Después del desencanto hay vida, y vida en abundancia dice la sagrada escritura. El primer paso es dejar de creer en los vendedores de humo, como era Satanás, como es este personaje de Pixar.
Te espero este sábado en Radio Galilea, a las 9.30 para conversar sobre las tentaciones y comenzar la cuaresma ayunando esas dulzuras amargas, espejismos y ansiedades que pueblan nuestra mente y nuestro corazón.